Curiosamente, voy a ver dos películas que nada tienen que ver, pero que están absolutamente conectadas. Ambas tienen por protagonistas a dos seres llenos de furia, o esa sensación de ira violenta, de desgarro emocional, de destrozo vital interno, que les impide progresar, mirar hacia adelante, evolucionar, … En ambos casos están sumidos en tal desesperante sensación, estancados en un devenir que no avanza, en una desquiciante asfixia, por el trauma provocado por dos vivencias muy fuertes, a las cuáles son incapaces de pasar página y que les van consumiendo en un presente demoledor y poco optimista. Curiosamente, ambos encuentran en el teatro, en definitiva, en el arte, la vía de escape para canalizar sus atormentadas existencias y poder sacar afuera toda esa amargura que les está impidiendo vivir y, mucho menos, disfrutar de la vida.
A la furia, a tal descarnada y agonizante sensación, dedico mi última sesión de cine doble. Esto es lo que me parece.
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