Las diferencias sociales y el cine de los OSCAR.

Voy a ver las dos últimas películas nominadas en la categoría de mejor película que se pueden ver en pantalla grande (me queda por visionar “Sin novedad en el frente”, pero sólo se puede ver en casa en NETFLIX; ya caerá). Es curioso que siendo tan opuestas, la primera una comedia satírica y llena de mala baba, la otra un dramón minimalista lleno de emoción, las dos están muy conectadas en fondo al ser su temática muy parecida.

En ambas el foco es muy similar: el abuso de poder y las grandes diferencias sociales entre personas dependiendo de la condición personal. En el primer caso marcada por las clases según estatus económico, en el segundo por la diferencia de sexo / género. Ambas son películas potentes. Sobresalientes. Llenas de mensaje y poso. Con un discurso claro de denuncia. Ambas me gustan mucho. Y las disfruto plenamente. Paso una tarde de cine de Oscar, nunca mejor dicho. Vamos con ella.

“El triángulo de la tristeza” / “The triangle of Sadness”. (Dir: Ruben Östlund):

Que Robert Öslund es uno de los directores europeos más interesantes del panorama actual es una realidad. Sus tres últimas, y aclamadas obras (con dos de ellas ha ganado la Palma de Oro en Cannes, algo que muy pocos directores mundiales pueden firmar en su currículum), son ejemplo de ello. Cintas, todas ellas, con unas premisas brillantes, llenas de inteligencia, sentido del humor y reivindicación, sea el tema que sea en el que el afamado creador meta el dedo en la llaga.

 Disfruté muchísimo su “Fuerza Mayor”, donde buceaba con mucha ironía y dolor en el mundo de la pareja y la familia. También su “The Square”, donde ponía en tela de juicio el “absurdo” de la impostura en el arte contemporáneo. Lo vuelvo a hacer, y mucho, con esta su recién estrenada “El triángulo de la Tristeza” (película que aun siendo de producción europea ha conseguido alcanzar nominación a la mejor película y dirección, entre otros). Como las dos anteriores no me parece una obra redonda, su director suele tocar muchos palos en sus alargados metrajes haciendo que sus películas no acaben de ser, personalmente, perfectas, pero hay tanta genialidad en su planteamiento, su guion y su puesta en escena, y tantas secuencias para el recuerdo, de esas que te marcan, que me entrego una vez más a su vibrante cine de principio a fin. No se pierdan ninguna de las tres.

“El triángulo de la tristeza” habla de diferencia de clases. Y lo hace a través de una serie de personajes que coincidirán, unos en condición de invitados, otros de propietarios, otros de meros pasajeros o bien de empleados, en un crucero de lujo. Asistiremos también al previo y al post del periplo (fundamentales para entender el total de la obra). A partir de ahí todo lo que pasará estará entre lo delirante y lo más delirante aún (pasando por lo altamente escatológico, quedan avisados), algo que convertirá las lujosas y acomodadas vidas de nuestros protagonistas en todo un loco infierno que pondrá su tranquilidad y privilegiado día a día patas abajo. Todo para hacer una incisiva crítica, llena de sarcasmo, amor inteligente e ironía, a través de un ingenioso guion y unos diálogos brillantes, que dan lugar a situaciones descacharrantes, a la diferencia de clases, el esnobismo y la soberbia del “endiosado”, así como al abuso de poder cuando uno lo tiene, porque a veces, cuidado, las cosas se dan la vuelta…

Delirante, insisto, tronchante, inteligente, corrosiva, desmadrada, divertida y muy entretenida y sorprendente. Así es “El triángulo de la tristeza”. Una, aunque imperfecta, muy original e inteligente película que vuelve a poner en el foco el enorme talento de su director y que no puedo hacer otra cosa que recomendárosla. Yo, al menos, pasé una entretenidísima sesión de risas y carcajadas, con su ingenioso y lleno de enjundia metraje. Eso sí, un consejo, cuanto menos leáis de ella, mejor.

“Ellas hablan” / “Women talking”. (Dir: Sarah Polley):

Y de la enloquecida y extrema comedia, al emotivo y sentido drama. El que nos propone Sarah Polley en la teatral y sensible “Ellas hablan” (me gusta mucho más su título en inglés, “Women Talking”), película basada en la novela homónima de Miriam Toews, y que cuenta la escalofriante historia, basada en un caso real, de una aislada y ortodoxa comunidad religiosa de mujeres en el año 2010, que ve como su paz y su entrega espiritual son arrolladas por los asaltos nocturnos de ciertos hombres, que abusarán, usando brutal violencia, sexualmente de ellas. Asistiremos al diálogo comunitario que tendrán que mantener, de ahí el perfecto título, para decidir qué es lo que hacer con sus vidas (abandonar su comunidad, luchar y plantar cara a esos salvajes hombres o simplemente seguir cómo están, son las tres difíciles opciones), sin que su decisión entre en conflicto con la fe que procesan a su Dios y con las estrictas normas que rigen a su estricta comunidad.

Una tremenda historia que, a través de un inteligente guion, una cuidadísima puesta en escena (esa preciosa fotografía y esa maravillosa partitura de ecos folk), y un reparto impecable (con Claire Foy, Jessie Buckley, Rooney Mara y Ben Whishaw a la cabeza, fantásticos todos; los cuatro deberían estar nominados este año en las categorías interpretativas), vuelve a poner en foco los terribles abusos y tremendas desigualdades a las que muchas mujeres han sido y siguen siendo sometidas en nombre del abuso de poder de la sociedad patriarcal o, incluso, algo si cabe aún más descabellado, en nombre de la religión.

Una película triste, pero bella y emocionante, que muestra de manera sobresaliente, genial en ese sentido la mano de su directora, el coraje y la pasión de estas mujeres que están dispuestas a no dejarse pisotear ninguna vez más, así como el interesante debate en torno a un tema del que, aunque parece estar todo superado, queda aún mucho por solucionar.

Quizá, un fallo, amén de su teatralidad, que a mí me funciona porque la película no deja de ser un gran debate filmado, me falta información para entender bien el contexto de esa comunidad religiosa en pleno 2010 que sigue viviendo como anclada en el pasado. No acabo de entender muy bien su idiosincrasia, su funcionamiento y devenir diario, lo cual me genera mil preguntas sin respuesta, algo que, por otro lado, genera más misterio; pero también, he de decir, algo nimio para restarle calidad a una película original, valiente, interesantísima y llena de belleza y verdad. No esperaba tanto. Toda una sorpresa. Para los que améis el cine, no lo dudéis, muy recomendable.

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