Verano de cine:
Pues sí. Lo confieso. Me he pasado un verano de cine. Sin más. Y no por lo de lo que asistencia a las salas se refiere, no, he frecuentado poco las salas, sino porque me ha resultado de lo más aprovechado (he hecho mil cosas, qué raro, como siempre) y, así mismo, de lo más revitalizante y relajante. Vamos, que no he parado, a la vez que he desconectado. Un lujo, vaya.
Pero se acabó lo que se daba, toca vuelta al redil, regreso a la rutina. Hay que volver a laborar y a la dictadura del reloj. A ganarse el pan, se ha dicho, para luego en vacaciones despilfarrar. A madrugar y plantearse objetivos que en la mayoría de los casos no se cumplirán (véase mi lucha eterna contra los kilos de más, entre otros mil horizontes por alcanzar). En definitiva, vuelta a la cruda realidad.
Pero nada de victimismo. A disfrutar. Que en todo en la vida hay mil aspectos positivos de los que poder gozar. Muchos. Como volver a mis sesiones de cine y poder compartirlas con vosotros, mis “hoymevoyalcinemaniacos”.
Por ahora, os dejo, con mis impresiones de las pocas películas que he podido ver en este caluroso mes de agosto. Vamos con ellas.
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