Voy con mi mujer y mis peques a ver “Los Fabelman”. Mi hijo tiene 12 y mi hija 10. Quiero que empiecen a ver en sala cine de mayores, como yo digo, no sólo de dibujos y superhéroes, aunque están bastante trabajados en lo que al séptimo arte se refiere.
No sé si es una apuesta demasiado arriesgada. Más cuando vamos a verla a una sala en versión original, mis adorados CINES EMBAJADORES, donde suele acudir público muy exigente y amante del celuloide. Me anima ver que no somos los únicos padres que hemos tenido tal “loca” idea. Somos como cinco los “arriesgados” progenitores que hemos acudido al cine con criaturas. Probablemente todos con el mismo fin. Que sepan apreciar el maravilloso placer que te ofrece el disfrutar del cine y de la cultura en general. Algo que, personalmente creo, les hará personas mucho más sensibles, libres, cultivadas y educadas. Con una mirada más amplia, diversa y delicada. A mí, desde luego me ha hecho ser la persona que soy. Y siempre le agradeceré no sólo el que me haya y me siga proporcionado tantos minutos de disfrute y de evasión, o el haberme generado tantas ganas de aprender, conocer y cuestionar, realidades desconocidas o que a veces quizá no lo son tanto, sino porque realmente ha sido muy definitivo y definitorio en el haberme convertido en el ser que hoy soy. Spielberg, compruebo en el largometraje, está igualmente agradecido. Me alegra compartir afinidad con tal enorme genio.
Pasan los 150 minutos de la película y en la sala no se ha oído un fonema. Nuestros peques, muy aleccionados no dan ni un ruido (la importancia también de la educación). A todos nos gusta la película. Ellos no han entendido todo, pero salen contentos de su visionado. Llegamos a casa. Y lo más emocionante es que la peque de la “family” se va corriendo directamente a un ordenador. Abre un documento WORD. Y en ella escribe la palabra GUION. Ha decidido comenzar a escribir su primera película. El visionado ha despertado en ella la curiosidad de crear, de lanzarse y aventurarse al gozoso mundo de la creación, del arte, … Quien sabe, lo mismo hasta tenemos una directora en ciernes. El tiempo lo dirá… Da igual lo que me haya parecido la película. La entrada está más que pagada. Da lo mismo también lo que pase en el futuro. Porque igualmente, mientras tanto, seguiremos disfrutando, en solitario o en familia, del maravilloso mundo del séptimo arte.

“Los Fabelman” / «The Fabelmans». (Dir: Steven Spielberg):
Disfruto mucho de cada uno de los 150 minutos de “Los Fabelman”, la bonita carta de amor al cine y a su familia que Spielberg ha mostrado en imágenes en su última obra. No me parece redonda (quizá le falta síntesis a su alargado metraje), pero siento el amor por el séptimo arte del director americano en cada uno de sus fotogramas. De hecho, en ellos nos muestra, de una manera un tanto autobiográfica, inspirándose en su vida, la historia de un joven, Sammy, y su familia, y de como su infancia y su juventud fueron determinantes para que se dedicara a eso que tanto amaba, el CINE. Y lo hace de una manera sencilla, nada ampulosa, a través de una sucesión de anécdotas que te permiten conocer mejor cómo fue la familia, un tanto desestructurada, donde se crio y donde forjó ese su “YO” que le haría ser hoy quien es, y donde paralelamente podremos conocer el proceso catártico que supuso para este joven el descubrimiento del cine y su posterior obsesión/pasión, algo que le atraparía desde un inicio y que le llevaría a dedicarse, para nuestra felicidad, a ello.
Es “Los Fabelman” una película sentida, emotiva y a la vez muy divertida. Sigues con atención e interés cada uno de los movimientos de este joven, así como los de su un tanto peculiar familia. Hay momentos mágicos, y, aunque es verdad que me interesa y me gana más la parte centrada a su afición fílmica que a su faceta familiar, he de decir que en conjunto me resulta una obra muy disfrutable y de gran calidad. Me engancho a su metraje de principio a fin.
La mano de Spielberg es magistral y hay momentos y secuencias para el recuerdo (¡ese mágico plano final!). El uso de la música es de un gusto exquisito. La inclusión de varias piezas maravillosas del repertorio clásico, perfectas para acompañar las escenas elegidas, unidas a la fabulosa banda sonora de John Williams, hace mis delicias. Lo mismo ese reparto perfecto que acierta interpretativamente con cada uno de sus personajes. Se ha hablado mucho de Michelle Williams, actriz que siempre está bien haga lo que haga, pero a mí me gustaría destacar a Paul Dano, en la piel de ese conformista y sensible padre, y, sobre todo, al joven, talentoso y recién llegado Gabrielle LaBelle, álter ego del mismísimo Steven, que está fantástico como protagonista absoluto de la función.
En definitiva, una muy bonita y llena de emoción película, que hará las delicias de todos aquellos cinéfilos que amamos el poético arte de poner imágenes en movimiento.
Salgo feliz de la proyección. Deseando volver a una sala para seguir disfrutando de muchas y más obras de grandes autores. De seguir sintiendo esa magia. La magia del cine.
Spielberg, y demás colegas, por favor, no dejéis nunca de rodar. Somos muchos los que seguiremos devorando y disfrutando vuestras obras.

Muy emocionante tu post, como siempre.
Yo pensando que recogerías tú un Goya pero ojo:
And the Oscar for best original screenplay is for… la peque 🙂
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La peque llegará lejos. Su creatividad y tesón le llevarán a ello. Yo me voy a ir olvidando de premios de interpretación. Lo dejaré para otra vida.
Un abrazo
Felipe
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