Y si el domingo os hablaba de las dos interpretaciones masculinas favoritas para ganar el Oscar este año, hoy os traigo mi reseña sobre la película que contiene la “performance” mejor posicionada en la categoría principal femenina. Me refiero a “TÁR” y a Cate Blanchett, actriz australiana que desde su irrupción en la escena cinematográfica internacional no ha parado de demostrar su talento en fuera el que fuese el proyecto que protagonizase. Una mujer con un sentido muy afinado a la hora de elegir sus proyectos y sus personajes, llena de riesgo y con una belleza, elegancia y calidad actoral sobresalientes, factores que provocan que llene siempre la pantalla en cada fotograma en los que aparece.
En su haber ya tiene dos OSCAR, amén de otros muchísimos premios internacionales y el currículum de haber podido trabajar con los mejores, los más grandes (de Woody Allen a González Iñárritu, pasando por Del Toro, Peter Jackson o Linklater, por nombrar unos cuantos… una pena que el que iba a ser su nuevo trabajo con Almodóvar se haya cancelado, ¡vaya!). Va a por el tercero. Casi una certeza, si, la por otro lado también magnífica Michelle Yeoh (“Todo a la vez en todas partes”), no se lo impide, no le arruina la fiesta. Habrá que esperar a la noche del 12 de marzo para saberlo. Hasta entonces, disfrutemos de su gran trabajo en “TÁR”. Estas son mis impresiones.

“TÁR” (Dir: Todd Field):
“TÁR” pertenece a Cate Blanchett. Ella y su redondo personaje son la película. Durante sus 158 minutos asistimos a todo un recital interpretativo de la actriz australiana, omnipresente en cada uno de los planos de la cinta, quien se apodera de cada uno de los rasgos y cada una de las líneas de diálogo de este poderoso personaje, creando una interpretación arrolladora, sorprendente y magnética que está por encima de cualquier elogio y premio. Lo suyo es una “masterclass” de como estar enfrente de una cámara y su trabajo es de una precisión, un calado y una expresividad, realmente abrumadores. Suya, insisto, es la película. Ella es el filme.
También es de su personaje, Lydia Tár. Esa directora de orquesta que ha conseguido hacerse un hueco entre los más grandes de la música clásica, llegando a ser la directora titular de la Orquesta Filarmónica de Berlín, algo al alcance de muy pocos, más siendo mujer. Su amor por la música siempre le ha hecho pelear por ello. Su decisión y seguridad no le han puesto nunca barreras. Ha luchado con uñas y dientes para conseguir siempre lo que quiere. Y no se rendirá nunca para seguir haciéndolo. Pero será esa su naturaleza “depredadora”, su peor enemigo, ya que Lydia Tár es y será una mujer, de armas tomar, capaz de cualquier cosa con tal de hacerse con la suya en el terreno tanto profesional como personal. Mejor saber poco de su trama y dejarse llevar por el misterio de esta fémina arrolladora, sin miedos ni escrúpulos, capaz de llevarse por delante todo aquello que y a todo quien haga falta.
Dicho esto, y afirmada mi devoción por Cate y por su creación de tan oscuro y magnético personaje, voy con la película.
“Tár” es una interesantísima y fascinante película. Un drama lleno de misterio y que habla de manera muy certera e inteligente de muchos e interesantes temas. Desde el ego, al abuso de poder, de la cultura de la cancelación, a la pasión en el arte, desde la ambición desmedida, al acoso en tiempos del “Me too” (en ese sentido me parece inteligentísimo la decisión de que nuestra protagonista sea una mujer). Una película un tanto inclasificable a medio camino del drama de personajes y el thriller más inquietante, con ecos fantasmagóricos un tanto “lynchianos” y con un alto porcentaje de naturaleza un tanto documental, casi antropológica, por esa fotografía tan milimétrica y realista que nos presenta del mundo de la música orquestal. Una película hipnótica, que te atrapa sin soltarte, más si eres músico (yo no separé mis 5 sentidos en ninguno de sus segundos), como un servidor, y que te mantiene en intriga y en alerta de principio a fin.
Lo cual no impide que sea una cinta fácil, porque no lo es, al contrario, nos encontramos ante una película difícil, compleja, complicada, en fondo y forma, no para todos los espectadores. Una cinta dirigida “a tempo lento”, llena de la pasión que exige un “rubato”, pero con la rigidez que obliga el ir a tiempo, sin perder nunca el pulso, … Casi un poema atonal, expresionista, libre y lleno de fuerza, como su omnipresente personaje central, Lydia Tár. Una cinta fuera de convenciones, sin ataduras narrativas, que camina sin muros por la llamada de la libertad creativa. Una película original y distinta, donde la música es otra de las protagonistas, otro de sus alicientes (ese concierto para violonchelo de Elgar, esa Quinta de Mahler, …), rodada con elegancia y certeza por su director Todd Field, y donde sería muy injusto no destacar a sus otras dos actrices, enormes ambas (tanto Nina Hoss como Noémie Merlant están perfectas) en sus roles secundarios, pero de gran importancia.
En definitiva, yo la disfruté muchísimo. No todo el mundo lo hará, también lo digo. Eso sí, pareciéndome como es una gran película, porque lo es, dejo patente que tanto Cate Blanchett, como su Lydia Tár, están siempre por encima del largometraje. A ellas, no lo olviden, pertenece este peculiar y gran filme.

Qué oda al mundo de la interpretación (y a Cate) te acabas de redactar! Anotada!
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Es que Cate es mucha Cate. 🙌🏻
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