De manera premeditada dedico mi sesión doble de esta semana a la guerra. Tengo curiosidad por ver dos películas sobre distintos conflictos bélicos por motivos totalmente diferentes. Una es una adaptación de una novela que me encantó en mi juventud y otra es una película que viene avalada por un aluvión de buenas críticas y de un sinfín de premios internacionales. Ambas cintas no tienen nada que ver (ni en forma ni fondo) y el resultado de ambas es totalmente opuesto. Una no me provoca ni frío ni calor, más bien nada, la otra me deja absolutamente noqueado.
A pesar de que ambas tratan de mostrar a la audiencia lo mismo, el horror de ese fenómeno humano que no debería existir; esa terrorífica maldición que sólo provoca muertes, miseria y dolor y que responde a esa ingrata palabra que jamás debió incluirse en el diccionario, GERRA; ese horror en el que los seres humanos, por discrepancia de ideas, opuestas opiniones o, simplemente, por barbarie, sin razón y salvajismo, arrasan con la humanidad y todo lo que se ponga por delante utilizando la violencia y la fuerza; aunque las dos hablan de lo mismo, repito, el resultado final de ambas no tiene nada que ver. Salgamos ya de dudas. Vamos con ellas.

“El año en que dejamos de jugar” / “Als Hitler das rosa Kaninchen stahl” (Dir: Caroline Link):
Poco tiempo dedico a esta película alemana que supone la adaptación para la gran pantalla de esa bonita novela de la literatura juvenil, que yo leí de adolescente y me encantó, titulada “Cuando Hitler robó el conejo rosa”. Pocas líneas le dedico y no por vaguería, sino porque no me provoca nada este drama familiar sobre una familia que tiene que emigrar de su Berlín natal (pasando por Suiza, París y Londres) justo antes de la subida de Hitler al poder, anteponiéndose a la barbarie nazi que hubiera supuesto la segura destrucción del patriarca de la familia, un prestigioso periodista, pero muy crítico con el homicidida y bigotudo Adolf. La producción, demasiado cargada de buenas intenciones, no acaba de encontrar el tono, tratando de convencer y no asustar al público más infantil sin aburrir ni descuidar al adulto, quedándose a medio camino entre dos aguas, sin llegar a convencer ni a unos ni a otros. O al menos a mí. Me quedo muy frío (aunque se deje ver), helado más bien, con esta historia con el conflicto de la segunda guerra mundial de fondo que no me aburre, pero tampoco me dice nada. A medio camino entre el telefilme “sobremesero” y el drama histórico descafeinado “rollo basado en una historia real”, la cinta no llega a provocar ni la emoción ni el interés suficientes para que un menda entregado al cine os la pueda recomendar. Yo no perdería ni mi tiempo ni mi dinero. Tal cual. Lo mejor, o lo único salvable, el cuarteto protagonista (muy bien padre-madre-hijo-hija) y su bonita y dulce partitura musical.

“Para Sama” / “For Sama” (Dir: Waad Al-Kateab y Edward Wats)
Estremecido, conmovido y “en shock” salgo, sin embargo, de la película documental “Para Sama”. Me acerco a esta cinta movido por las buenas reseñas y comentarios que he leído de ella y tras sus 96 minutos de metraje constato el porqué del “ruido” positivo generado por esta humilde pero potentísima película documental. Su directora, una joven periodista universitaria, retrata con su cámara cinco años de su vida. Concretamente los que transcurre entre el levantamiento de la población civil contra el régimen autoritario existente en el país de Siria y el asedio y caída de la ciudad de Alepo. Entre medio se casará, tendrá una hija y montará un hospital con su marido médico (y otros voluntarios) para cuidar a todos los caídos en el conflicto bélico de su ciudad. Y también en ese «in-between» el horror. Una radical y directa bajada a los infiernos, viviendo a tiempo real lo que esta mujer y los que le rodeaban sufrieron en esa su desdichada y angustiosa experiencia vital. Aún así tratarán de resistir. No se rendirán. Sus convicciones políticas les impedirán tirar la toalla y les moverán de una manera sin retorno a tratar de derrocar el autoritarismo salvaje y demoledor, manteniéndose firme a la hora de no abandonar su Alepo junto a su marido y su hija. Es a ella, a Sama, a la que le dedica esta película. A modo de carta de amor, le contará a su primogénita toda esa “pesadilla” vivida esos angustiosos años para que ella sepa, y no olvide, quiénes son y qué es lo que han hecho para intentar liberar a un país amordazado y encadenado a la injusticia y al sometimiento, de cara a que su amada criatura pueda vivir en un mundo mejor. Una película dura, demoledora, angustiosa y terrible (no por la calidad, sobresaliente, sino por lo que cuenta), llena de interés y suspense, el saber cómo van a sobrevivir o no a ese genocidio irracional nos mantendrá en vilo todo su metraje, en torno a una gente valiente que da todo un ejemplo de como todavía existen idealistas capaces de ayudar, llevándolo hasta las ultimas consecuencias vitales, en causas justas y necesarias. Ver lo que pasa en pantalla no deja de asombrarnos en cada una de sus cada vez más descabelladas situaciones y nos hace recordar, una vez salido con el corazón y el cerebro absolutamente golpeados ante la dosis de brutalidad y cruda realidad mostrada, lo afortunados que somos al poder vivir en esta parte del mundo, invitándonos de manera casi obligatoria a no perder la referencia de nuestra afortunada realidad. En ese sentido se me antoja como una cinta que casi debería ser de obligatorio visionado, para que en esos momentos en el que nos quejamos, a veces por minucias y pequeñeces, no olvidemos que en sitios muy cercanos a nuestro caliente y confortable hogar la realidad que vive otra desdichada y sin fortuna gente sí que es realmente asfixiante y atroz. Disfrutemos, pues, de nuestra privilegiada situación. Ya que nos tocó estar en la cara A del disco, gocemos a tope de sus alegres melodías y ritmos sin quejas ni pataleos. En definitiva, menos quejarse y más Carpe Diem, que por ahí la vida sí que es muy, pero que muy, perra. Muy, pero que muy recomendable.

Qué Felipe diga que vio una película con ganas de que acabase… malo 😀
La de Siria la anotamos, aunque solo sea para saber que otros están peor que nosotros…
Mal de muchos… en fin, otra pena!
Totalmente de acuerdo que es increible que en el siglo xxi…
Ya lo dijo el sabio.. homo homini lupus
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Tal cual. Deseando estaba de que acabara. Lo contrario que en el caso de “For Sama”. Me atrapó de principio a fin. Muy recomendable. 👏🏻
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