La cañada real y los impresionistas. Buena sesión doble.

            Elijo para mi sesión doble de esta semana dos películas que no sé lo que me pueden deparar. A una acudo por pura intuición. Cine francés taquillero, de ese que te pone de buen humor, cuyo director, Cédric Kaplish, siempre me gusta. Acierto. La disfruto. Mucho. A la otra, una cinta española sobre las gentes de la Cañada Real, acudo porque las críticas que leo sobre ella son muy buenas, viniendo de triunfar de una de las secciones paralelas de Cannes donde participó. Acierto también. Esta última me encanta. Esto es lo que me parecen.

“Los colores del tiempo” / “La venue de l´avenir”. (Dir: Cédrich Kaplish):

Bonita, amena y original es “Los colores del tiempo”, comedia dramática francesa dirigida por Cédrich Kaplish, director galo del que he disfrutado muchas películas como “Una casa de locos” o “Las muñecas rusas”, y que viene de arrasar en la taquilla de Francia. Cuenta la historia de unos herederos de una casa antigua de la que desconocían su existencia que, mientras deciden si la venden para hacer un aparcamiento de un supermercado, descubrirán una bonita historia entre los objetos abandonados que les entroncará con los mismísimos impresionistas. La trama, contada en dos momentos temporales, es muy original e interesante, y seguiremos las desventuras de los personajes de ambos momentos dramáticos con enorme interés y júbilo.

Está rodada con acierto, los protagonistas convencen y la historia tiene cierto matiz apasionante, dejándonos un tema de enorme interés como es el paso del tiempo, la importancia del pasado y el saber siempre de dónde venimos y a dónde vamos. Mezcla contemporáneos franceses con bohemios y seres libres de principios del 20, y el resultado es de lo más efectivo y chispeante.

Una película ligera, muy amena, divertida y llena de emoción, amén de llena de belleza estética, que a mí me convenció. Río. Me emociono. No esperaba nada, me ofreció mucho. Buena recomendación.

“Ciudad sin Sueño” (Dir: Guillermo Galoe):

Me encanta, por otro lado, “Ciudad sin sueño”, un acercamiento a la vida y a los habitantes de la Cañada Real y a sus gentes. Una pieza que funciona casi a modo de docu-ficción y que nos adentra en ese “infierno” lleno de lirismo y extraña magia llamado Cañada real, una barriada a escasos kilómetros del centro de Madrid, donde conviven como pueden gitanos defendiendo su espacio de toda la vida, inmigrantes en de paso en busca de una vida mejor, yonkis enganchados hasta las trancas, traficantes sin escrúpulos, galgos, pájaros mágicos y demás fauna. Una cinta que funciona como western, en ese territorio sin ley, en el que la máxima para la supervivencia lo marca todo y en la que asistiremos, principalmente, a la historia de una emocionante amistad, la de Bilal y Tonino, dos niños que no quieren hacerse mayor y que el injusto destino de la madurez quiere truncar su bonita y honesta relación.  

Preciosa estéticamente, con esa original coloración de la imagen, algo que llena de poesía y belleza las dolorosas e injustas vidas de estos desheredados, felices y libres, por otro lado, en su particular y ruinoso hábitat. Si bella es en forma, potentísima en fondo, con ese adentramiento absoluto a ese “territorio comanche”, esa tierra prohibida en la que malviven como pueden todo tipo de realidades y en la que su talentoso director hace un brillante y veraz retrato de los dolorosos límites de la pobreza y la marginalidad.

Triste, interesante, bella, dolorosa, emocionante, realista, trágica, original, compleja, … muchos son los adjetivos que podría poner a esta interesantísima y diferente propuesta que me tuvo atrapado de principio a fin. Sin duda, de lo mejor del cine español del año. Cine de autor lleno de magia y verdad, del que merece mucho la pena. A mí, desde luego, mis queridos “hoymevoyalcinemaniacos”, me encantó Y y me conmovió).

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