Indeseados compañeros de andanzas.

Me hago una sesión doble de cine español (¡qué calidad, Dios mío, la de este año en nuestro cine!!! ¡Qué calidad!!!) de dos películas aparentemente nada, salvo por nacionalidad, conectadas. Curiosamente, en el fondo tratan del mismo tema. De esas personas que encontramos en la vida y que dificultan nuestro viaje, nuestro camino, nuestra andanza, … De esos seres malignos, extraños, huraños y ruines (y podría poner mil adjetivos más) que nos ponen obstáculos, muros, trabas, … que nos hacen salir de nuestra apacible vida, nos descolocan, nos amargan, nos enfurecen, nos enrabietan, nos enfadan, …

Gente que el destino o el azar, lo mismo me da que me da lo mismo, tiene a mal ponernos en nuestro devenir, en nuestro día a día, en nuestra rutina más calmada, y que ponen patas arriba nuestro mundo, nuestra felicidad, nuestra calma, … Personajes a los que es mejor esquivar, pero con los que uno a veces se enfrenta, combate, se engancha, …por una cuestión de justicia, de no dejar que la maldad se las lleve bien dadas.

Seres malignos, viles, malvados, oscuros, turbios, liantes, …que nos sacan de nuestra apacible vida, para darnos más de una patada.

Vamos, pues, con esas películas con tan encantadoras criaturas.

“AS BESTAS”. (Dir: Rodrigo Sorogoyen)

De brutal califico esta película que mezcla el mejor drama de personajes con el igual de sobresaliente cine de suspense situado en la Galicia más rural. Una cinta en la que Sorogoyen nos vuelve a demostrar el por qué es uno de los grandes de nuestro cine y en el que el cada vez más popular director español vuelve acertar con una interesantísima reflexión sobre el miedo y el rechazo a lo de fuera, a lo ajeno, a lo que no pertenece a nuestro entorno, a nuestra cultura.

Lo hace a través de la historia de una feliz pareja de franceses que se ha asentado en una pequeña aldea del noroeste de la península y que ve como su apacible rutina es puesta en peligro cuando una pareja de vecinos hermanos, locales del pueblo, pondrán en jaque su tranquilidad al asediarlos para que firmen un acuerdo que una empresa de energía eólica les ha propuesto a todos los habitantes de tal pequeña localidad y que ellos, los habitantes foráneos, se niegan a firmar.

Desde el minuto uno, se masca el suspense. Y lo que da más miedo es que habla de seres reales, de carne y hueso, de los que nos podemos encontrar cualquiera de nosotros en cualquier esquina. Todo respira verdad. Todo es creíble y el sentido de realidad es tan brutal que asusta. El equilibrio entre drama y misterio es perfecto. La mano de Sorogoyen vuelve a dar en la diana, tanto en la trama, como en cómo mostrarla. También en su dirección de actores. Todos perfectos. Lo clavan. Mención especial para Luis Zahera y Diego Anido, impecables como dos hermanos impíos, sin escrúpulos, con mucha mala baba.

No me meneo en los 137 minuto de su metraje. Ni me despeino. No me muevo. Lo que veo en pantalla me atrapa. Me enmudece. Me deja absorto. Sin palabras. Sufro con esos franceses intentando no dejarse amedrentar y ser chantajeados por esas dos incómodas y descerebradas bestias. El símil con la tradicional “Rapa das bestas” del folclore gallego es magistral y el plano secuencia que lo materializa más. No se la pierdan.

“El cuarto pasajero”. (Dir: Alex De la Iglesia):

Voy, estremecido y sin aliento, tras salir de “AS BESTAS”, a ver sin ningunas pretensiones “El cuarto pasajero”. No pensaba pasar por taquilla para su visionado (ya lo haría a posteriori cuando saliera en plataformas) pero sus buenas cifras taquilleras y el más que notable “boca oreja” que había tenido en las últimas semanas me animan a ello. Me alegro de mi decisión.

Paso un más que animado rato con esta descabellada comedia al más puro estilo de la Iglesia. Tiene sus delirios narrativos y partes en las que el trazo grueso, en lo que a decisiones de guion se refiere, hacen que su acabado sea de lo más imperfecto y con cierta tendencia a despropósito. Pero he de decir que me lo paso fenómeno en compañía de estos cuatro pasajeros, casi todos desconocidos, que comparten coche para realizar un trayecto Bilbao-Madrid. El periplo es de lo más ameno, divertido y sorprendente (ciertas equivocadas, personalmente, decisiones de guion aparte). Te ríes. Bastante. Mucho. Suelto incluso varias carcajadas. Y se me pasan volando sus casi 100 minutos.

No es la mejor de las comedias, pero sí que un más que notable divertimento. Salgo con una enorme sonrisa del cine (lo cual no es ninguna bobada). Y me alegro de haber compartido compañía de estos extraños desconocidos que desearán nunca haberlo hecho (o, quién sabe, sí). Los actores están muy divertidos. Especialmente, para mí lo mejor de la cinta, la extraña pareja-no pareja que forman Blanca Suárez y Alberto San Juan. Porque en el fondo es una comedia romántica, muy alocada, un tanto bestia, descerebrada y delirante, pero en definitiva comedia romántica… Y es que, ¿qué no haríamos por amor???