Existen películas que te encantan, otras que detestas, otras que “ni fu ni fa”, otras que bueno, otras que vaya, otras que tiene su aquel, otras que tienen su cual, otras que no tienen nada, pero nada de nada… y luego están las de “no sé muy bien que es lo que acabo de ver”. Son películas que no tienes muy claro si calificarlas de buenas o malas, de mejores o peores, pero que ante todo no te dejan indiferentes. Se encuentran siempre en el borde de esa delgada línea que separa lo sublime de lo ridículo, la genialidad de la auténtica “mamarrachada”, la obra maestra del despropósito total.
Cuando las ves, estás perplejo ante la pantalla, con los músculos rígidos sobre la butaca, inquieto, descolocado, y cuando al fin llegan los títulos anunciando el “The end” te vas a casa rumiando y dándole vueltas y más vueltas a lo que acabas de vivenciar intentando vislumbrar, no ya si has entendido todo lo que pasó en el metraje o simplemente parte de ello, sino, al menos, conseguir saber si lo que acabas de visionar te ha gustado o no. Son ese tipo de películas extrañas, raras, diferentes, inclasificables, complejas, nada al uso y alejadas de todo lo convencional, que están hechas precisamente para eso, para provocar y que no nos acostumbremos al tipo de película “made in Hollywood” que asiduamente solemos devorar, y para que salgamos de la sala con todo (abrumados, abochornados, seducidos, alucinados, avergonzados, …) menos con la sensación de indiferencia. Acabo de ver una. Se llama “High Life” y aunque iba avisado, todas las críticas señalaban su condición de “cosa extraña”, me he quedado perplejo ante esta cinta de “Sci-fi” (Ciencia ficción) de autor.
“High Life”. (Dir: Claire Denis):
Empiezo con una frase contundente que se suele utilizar mucho en el lenguaje coloquial y que me parece ideal para resumir esta película: “High Life” es una auténtica “paja mental”, de calidad, o eso creo yo, pero en definitiva una “paja mental” (expresión que le viene que ni al pelo porque de pajas, siderales, pero al fin y al cabo pajas va esta aventura espacial). La historia, de la que no quiero desvelar mucho, nos lleva al espacio exterior, en un futuro no muy lejano. Allí conoceremos a Monte (Robert Pattinson), el cual (sobre)vive solo con su hija. A partir de ahí una trama a base de “flashbacks” en al que poco a poco comprobaremos que en esa nave en el pasado hubo varios pasajeros más. Y después, el delirio (no quiero desvelar nada, porque cuanto menos sepas más te sorprenderá) con un argumento que mezclará temas como la vida, la muerte, el sexo, la violencia, la reproducción, la genética, la búsqueda de nuevas energías, la ecología, la descendencia, … que nos desvelará quiénes son esa tripulación y qué hacen allí. No contaré nada de lo que pasa, pero sí, para que vayan avisados, que podrán a asistir al visionado de “lindeces” varias del calibre de: una máquina a la que denominan el folladero (en Inglés, parece que suena un poco más elegante: “the fuckbox”) donde los viajeros dan rienda suelta a sus artes “masturbatorias” (en ese sentido veremos a una Juliette Binoche desatada poniendo toda su carne en el asador) ya que tienen prohibido el acto de la cópula entre compañeros; una Juliette Binoche, jefa de la expedición, especie de científica-dominatrix, a la que todos llaman la “hechicera del semen” (ahí queda eso) que llegará a pasearse por la nave con el resultado de la eyaculación del joven Pattinson en la mano; y peleas, y violaciones, y… fluidos y más fluidos. En fin, como ven, nada que se pueda calificar de sencillo y delicioso, sino de perturbador y chocante.
Eso sí, y en ese sentido rompo una lanza a favor de la película, el filme es entretenido, tiene clima, atmósfera, es perturbador, sugiere más que muestra (con lo cual el resultado es más elegante que chabacano), tiene misterio, intriga, contiene muchos momentos visuales y dramáticos potentes (esa parte en la que se encuentran con otra nave igual que la de ellos, ese buen final abierto que nos recuerda un poco a “Interstellar”, … ), te provoca, te hace pensar, te atrapa y, aunque quieras, no te suelta hasta el final. Si a eso lo aderezas con un interesante lenguaje audiovisual y unas buenas interpretaciones (en este sentido destacar al joven protagonista de “Crepúsculo”, muy comedido, el cual se está intentando quitar el “sambenito” de actor comercial agarrándose cual clavo ardiendo a todo proyecto de autor rompedor que se cruza en su camino; y, oye, el tío al final lo va a conseguir), pues el resultado es más que convincente y sales del cine pensando en que has visto una potente e interesante obra. A lo mejor hasta buenísima. E incluso una obra maestra, como la califican ya muchos. O no, a lo mejor simplemente ha sido una auténtica tomadura de pelo, una “modernez” que parece que te tiene que gustar si quieres estar en la onda, pero en la que no has acabado de entender bien nada, “wayne”, un mal chiste con aura de cine de autor… ¿Quién sabe? Yo aún no lo tengo claro. Juzguen ustedes mismos, vayan a verla y saquen su propia conclusión, eso sí, acudan a “disfrutarla” solamente y siempre que les gusten las experiencias un tanto alternativas y fuertes, porque si es que no, no se lo piensen ni un instante: esta no es su película.
jejeje pa haberte visto la cara cuando salías del cine…
Pero oye, esto es lo interesante de las historias, que sorprendan,
qué hagan reflexionar, qué nos lleven un poquito más allá…
De todo tiene que haber en el monte!
Y claro, una vez separado el grano de la paja (mental o no)
pues ya se digiere 😀
Una historia con mucho «amor propio», anotada queda!
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Buenas, poniéndome al día con películas como ésta; como dices, ¡vaya montaña rusa de sensaciones!, ratos donde te engancha y otros tan ridículos. No apta para todos los públicos
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Esa es la definición perfecta: montaña rusa. Porque es tal cual lo que sentí, sin llegar a saber del todo si me había gustado o no. Pero me convenció el riesgo y Pattinson, que ha pasado de ser un actor que no me interesaba nada a ser alguien a tener muy en cuenta. Atención a ese “The lighthouse” que entusiasmó en Cannes y a su versión de Batman. Yo, no me las pierdo. Un abrazo: Pedro.
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