Cuando llega la estación estival, el tinto de verano intenta hacerse un hueco entre otra bebidas más comunes y presentes a lo largo de todo el año como son los refrescos y la cerveza. Y la verdad es que no hay nada más estimulante que tomarse un buen vaso de vino mezclado con gaseosa (o limón, según los gustos) en una buena y luminosa terraza veraniega. Al menos para un menda. Grandes placeres que te da la vida. Algo similar siento con esas pequeñas películas independientes que se intentan hacer un hueco en la abarrotada cartelera de “blockbusters” de la temporada de Junio, Julio y Agosto. Entre tantos “spidermans”, “aladines”, “reyes leones”, o “toysstories”, hay un pequeño grupo de filmes de bajo presupuesto que intentan atraer a ese público sediento de sensaciones diferentes a las establecidas por el cine más comercial y de entretenimiento (del que, dicho sea de paso, recuerdo, soy un gran fan igualmente). Y da gusto cuando entre esas cintas, llamémoslas más “alternativas”, a las que yo denomino los “indies” de verano, encuentras sorpresas tan gratas y tan refrescantes para esta época tan calurosa como la que tuve el placer de ver hace dos semanas, esa reflexión sobre la paternidad y la pareja tan real como acertada que es “Los días que vendrán”, de Carlos Marques-Marcet, o la que acabo de tener la suerte de ver tal día como ayer. Se llama “Wild Rose” y todos los comentarios positivos que había oído sobre ella son absolutamente ciertos.
“Wild Rose” (Dir: Tom Harper):
“Wild Rose” cuenta la historia de Rose-Lynn Harlan, una joven que acaba de pasar 12 meses de condena en una cárcel estatal de mujeres, y que vuelve a su ciudad natal, Glasgow, con la intención de darse una nueva oportunidad y llevar a cabo su gran sueño, triunfar en el mundo de la música “country” y poder actuar algún día como estrella consagrada en Nashville, cuna del género de la música del muy popular, antes nombrado, género de la música folk norteamericana. En su regreso, tras su etapa de convicta, tendrá que aprender a volver a convivir con una madre con la que mantiene una difícil relación y con dos hijos, a los que tuvo muy joven, y a los que apenas conoce ni sabe tratar. A estas relaciones, centro emocional de la película, se añadirá la amistosa-laboral que mantendrá con su nueva jefa, una adinerada mujer para la que limpia y que enseguida se verá fascinada por la fuerza de ese “ciclón” que es ella. Relaciones que intentará mantener a flote mientras se debate entre su amor por su familia y su necesidad de trabajo y su verdadera pasión, la música.
¿Y qué tal? Pues muy bien, la verdad. “Wild Rose” es una bonita e interesante historia de superación llena de verdad y emoción. Una especie de la última entrega de “Ha nacido una estrella” pero en versión más británica y obrera. Algo así como si la película de Bradley Cooper y Lady Gaga hubiera sido rodada por Ken Loach y sustituyendo el rock por la música country. Entretenida, potente, veraz y llena de sentimiento y con el aliciente de estar acompañada de una enorme banda sonora a base de temas de música “country” (género del que ya me he confesado fan absoluto varias veces en este blog). Una película que, además, cuenta con el aliciente de descubrir el gran talento de una actriz de la que oiremos hablar muchísimo (o al menos ese es mi augurio) en los próximos años. Una perfecta Jessie Buckley (para la que muchos piden ya, me uno yo al “clan”, una nominación al Oscar como mejor actriz este año) que llena de fuerza y de garra el papel de esa mujer “desnortada”, perdida entre su música y su día a día, esa especie de choni llena de talento, de “Juani” galesa dotada para la música pero no para la vida, toda una “pura sangre”, un caballo desbocado, indomable, malhablada, llena de furia y rabia, también de bondad, y que nadie sabe, ni siquiera ni ella misma, como poder “domar” todo lo que su cuerpo siente y le hace obrar como lo hace.
Y si perfecta está Jessie Buckley (repito su nombre para que se queden con él, háganme caso, hará cosas grandes) no lo está menos el resto de los secundarios, empezando por esa madre “enfurecida” con su “salvaje Rose” (como dice el título de la peli) a la que da vida una siempre enorme Julie Walters o por esa comprensiva y entusiasmada jefa, a la que llena de luz Sophie Okonedo.
Una notable película, en torno a los sueños que uno quiere conseguir y la vida que a uno le ha tocado vivir, muy pero que muy recomendable para todos aquellos ávidos de sentarse en una fresquita sala de cine, en este caluroso mes de Julio y “refrescarse”, como con el tinto estival, con un buen, como yo digo, “indie” de verano. No se la pierdan. Háganme caso.