Hace dos veranos me enamoré de una pequeña joya del cine en catalán llamada “Verano 1993”. Contaba el verano de una niña que, tras la muerte de sus padres, veía como le obligaban y se tenía que adaptar a vivir con sus tíos (padres a su vez de otra niña) y futuros nuevos tutores. Era una película sencilla pero maravillosa, que contaba mucho mostrando poco y que remataba en un plano final, lleno de fuerza y emoción, que te dejaba totalmente noqueado tras 97 minutos de verdad y vida. Una joya que no os debéis perder todos los que no la hayáis visto (de lo mejor, si no la mejor, del reciente cine español).
Vuelvo a sentir algo parecido (en menor medida, eso sí) con otra pequeña, quizá no Sobresaliente pero sí Notable, obra rodada en Cataluña en torno a una pareja que va a tener un bebé. Se llama “Los días que vendrán” y me vuelve a tocar la fibra por lo bien que muestra la realidad.
Por el contrario, en la doble sesión de cine español que me marco, “Los Japón”, comedia sobre los choques culturales entre Japón y España, Asia y Europa, con Dani Rovira y María León como protagonistas, me deja más frío que la mojama (o que el sushi, valga la metáfora culinaria nipona).
¡Vamos con ellas!!!!!
“Los días que vendrán” / “Els dies que vindran” (Dir: Carlos Marques-Marcet):
“Los días que vendrán” muestra un poco a lo “Boyhood” (maravillosa película de Richard Linklater que grabó la historia de crecimiento físico y personal de un niño durante un montón de años) el proceso de embarazo de un bebé, en principio no buscado, de una pareja que se conoce (o no; como bien dice ella, ni siquiera han ido nunca juntos de vacaciones) desde hace un año. Y digo a lo “Boyhood” porque el director aprovechó el embarazo real de la pareja protagonista (pareja también en la vida real y que estaban embarazados en el momento del rodaje) para dar verisimilitud y credibilidad a lo que e estaba contando. La película nos muestra los 9 meses que van desde que los enamorados e ilusos “tortolitos” se enteran de que van a tener un peque hasta que dan a luz a su bebé. Y en el medio, una versión nada edulcorada ni “naif” del proceso sino, todo lo contrario, y eso es lo interesante, dura y un tanto demoledora del mismo. Veremos a una pareja que se ilusiona, que duda si tenerlo o no, que sufre, que se frustra, que se enfrenta, que se distancia, que se encuentra, que… en fin, una pareja que ve como su bonita realidad se ve demolida cuando la noticia llega a su idílico y apasionado romance y tiene que lidiar con las dudas, los desencuentros, las tensiones y, en definitiva, con todos los problemas posibles de pareja. Y tú te ríes y te emocionas con ellos, pero también sufres, te desconciertas, te angustias… Muchas veces los entiendes y compartes sus emociones, otras nada y te alejas absolutamente de ellos, pero siempre sientes que lo que pasa es verdad, te lo crees, no hay impostura ni falsedad. Todo ello mostrando muy poco (pequeñas conversaciones de cocina, peleas de pareja en un mercado o en la cama, escenas de sexo forzado igual de gélido que el miedo que les impide crecer y mirar hacia adelante, momentos de entusiasmo y emoción extrema, borracheras, risas, llantos, … En fin, la vida misma).
Una película nada fácil, ni complaciente, que te plantea mil dudas y que te hace sentir (muchísimo, al menos a mí me tocó todos mis sentimientos) y reflexionar (también mucho) y que se ve enriquecida por la interpretación de dos actores valientes, que se dejan la piel y el alma, que exhiben su corazón y su cuerpo, su propia relación de pareja (aunque interpreten a una pareja ficticia, se ve mucho de ellos) en pantalla. Dos actores soberbios y entregados, David Verdaguer y María Rodríguez Soto, que lo dan todo en una película, sencilla pero compleja, que remata con un plano final que no puede ser más mínimo y a la vez más inmenso. Todo es ínfimo y a la vez superlativo. Ya saben. Como la vida misma.
“Los Japón” (Dir: Álvaro Díaz Lorenzo):
Y si de “Los días que vendrán” salgo acalorado, por el vaivén de emociones a las que me somete la película, de “Los Japón”, y confieso que iba con ganas de reírme y pasar un buen rato, salgo más frío que un cadáver. Y es que todo me resulta sobreactuado, fingido, exagerado, facilón y un tanto burdo en la nueva comedia española de la cartelera. Y eso que el punto de partida era bueno: un vecino de Coria del Río, descendiente de sangre asiática, heredero del emperador de Japón, tendrá que viajar a Tokio para ocupar el puesto de máximo representante del país nipón, al haber fallecido sin descendiente el último miembro de la familia real. Una premisa divertida que podía haber generado una comedia de situación tronchante, pero que parece que ha sido realizada con prisa, sin pausa y en ningún momento tirando del humor inteligente y, por tanto, divertido que haría las delicias del público o, al menos, de un servidor. En su lugar se han decantado por un guion un tanto burdo lleno de chistes fáciles (muchas al servicio de lo más facilón del gracejo andaluz) y situaciones fáciles en las que los actores se dejan la piel para intentar hacer divertido lo que no es y es en ese gran esfuerzo que realizan sus dos actores principales, tanto Dani Rovira como María León, en el que se convierten, una pena, sin quererlo, en parodias absolutamente forzados de sí mismos. Mentiría si dijera que no esbocé alguna sonrisa, porque lo hice, y que no me divertí en algún rato, hubo alguno, pero carcajadas, cero y diversión, más bien poca. Una pena porque la combinación sashimi-gazpacho, “quillo”- “konichiguá”, oriente-occidente, abanico-catana, …daba mucho, pero que mucho, de sí para haber creado una gran comedia descacharrante que hiciera las delicias del gran publico en este caluroso inicio del periodo estival.
No hay más actores en España? Mira que me cae bien el Rovira
Pero parece que están esperándoles los directores o algo… No lo entiendo!
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Me encanta Rovira pero necesita un cambio de registro ya!!
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