Menudo viaje el de “Sirat”.

            Hay películas que te gustan. Otras que no. Es más, las hay que te gustan mucho. Otras que nada. Otras te dejan indiferente, como si nada. Pero luego hay películas que te atraviesan, te atrapan, te noquean, te enganchan, te arrollan, te sobrepasan, te provocan, te dejan sin aliento, te estrujan, te arañan, te golpean, te abrasan, te acongojan, te estallan, te explotan, te marcan, te dejan sin aliento, en KO técnico, te arrebatan, te demuelen, te matan, te destruyen, te sobresaltan, te vacían, te exaltan, … Acabo de ver una de ellas. Se llama “Sirat” y menudo viaje.

“SIRAT” (Dir: Oliver Laxe).

            Es la película del momento. Había que ir. Recién ganadora del Premio del Jurado del prestigioso Festival de Cannes, la cinta del muy talentoso director gallego Oliver Laxe, estaba en boca de todos y mis ganas por sacar mis propias conclusiones eran infinitas, enormes, indescriptibles. Tenía mis miedos, también hay que decirlo. Miedo a que me quedara fuera de una propuesta demasiado autoral y más propia de críticos elevados, eruditos y de naturaleza “gafa pasta”. Pues no. Me arrebata. Me conmueve. Me hipnotiza. Me destroza. Me atrapa. Me deja hecho fosfatina. Roto. Sin palabras. Y es que, insisto, menudo viaje el de “Sirat”.

            Hacía mucho (quizá desde “La sustancia) que no veía una película que me dejara tan tocado. Salgo del cine en estado de shock, absolutamente KO, tras vivenciar un viaje audiovisual y narrativo tan brillante como radical, tan sorprendente como brutal, tan duro como emocionante.

Mejor leer poco de su trama. Cuanto menos sepan, mucho mejor. Vayan al cine vírgenes, tal cual. Pero sólo diré que gira en torno a un padre quien, en compañía de su joven criatura, busca a su otra hija, una joven que ha desaparecido y que pudiera encontrarse en alguna de las raves (fiestas a golpe de droga y bafle) que se celebran en el desierto de Marruecos. A partir de ahí una “road movie”, con alma de “western” contemporáneo, con esa búsqueda espiritual a golpe de música y de danza, de trance y de tecno, de drama y de aventura, con ecos de lo más existencialistas y del cine más autoral de arte y ensayo. Una experiencia de lo más original y sorprendente, que atrapa desde el minuto uno y del que uno no se puede soltar.

Audiovisualmente impecable, bellísima. Oliver Laxe sabe plasmar la grandeza del desierto a golpe de “beat” de rave o de folclore árabe, regalándole al espectador mil y una imágenes para el recuerdo. Esas vías de tren perdiéndose en las arenas inabarcables, esos láseres en el cielo marroquí, ese desierto infinito, esos cuerpos poseídos por la música, casi una religión, toda una fe, moviéndose cual zombis sin alma, … Imágenes de gran belleza que apasionan, hipnotizan, te enganchan.

Narrativamente, todo un vaivén de emociones que te deja todo menos indiferente, siguiendo a esos seres perdidos, en busca del todo y del nada, perdidos en un desierto, metáfora de esa vida tan difícil como árida, en la que es difícil aguantar, con secuencias que emocionan, te sobresaltan, llegando a noquear el alma y el estómago del espectador.

Todo un viaje, este el que nos propone Oliver Laxe. Toda una experiencia inmersiva y destructiva, un siroco emocional y extremo, que te deja sin aliento, pegado a la butaca y con la sensación de haber visto algo especial, diferente, nada convencional. Una película sobresaliente, original y distinta, compleja y al límite, que yo, como comprenderán, sólo puedo hacer que recomendárosla, mis queridos “hoymevoyalcinemaniacos”.

Eso sí, muy fuerte. Muy, muy fuerte. El corazón a veces se te para, la lágrima te asalta, el cerebro se revoluciona, los sentidos te explotan, te estallan. Almas sensibles e impresionables, quedan avisados. Yo no lo estaba y salí trastocado, roto, perplejo, frágil, descolocado.

Bravo, Laxe, por más viajes tan excepcionales desde el punto de vista cinematográfico como humano. Sin duda, has creado una gran película. De lo mejor del año. Muy recomendable. No se la pierdan.

7 comentarios sobre “Menudo viaje el de “Sirat”.

  1. Leí que seria la película que «iba a cambiar el cine» o «la película del año». 

    Siendo honestos, va camino de lo primero pero por motivos opuestos a los que anunciaba este curiosos vaticinio: efectivamente, la gran bola creada por Sirat desciende a toda velocidad por ladera de la cordillera más somera y pseudointelectual de gafapastas, kombucheros y totebags de Chiapas, transmitiéndose por el Telegram y el Bluesky de los desheredados y por el boca oreja de los altivos, que vomitan sin pudor sinónimos de palabras ignotas como «connatural», «extemporáneo» o «costuras antropológicas» como si no hubiera un mañana. 

    El largometraje aparce como la mezcla redonda de absurdidad, excremento argumental, insulto actoral y trascendencia abortada, mezclada con el márketing virtual inflacionado que iba a sublimar a Laxe como el nuevo Kant del séptimo arte, la criatura nacida de una orgía maratoniana de Kurosawa, Fincher, Bergman y Malick después de un fin de semana largo en la Sierra de Segovia invitados y bajo el foco de Almodóvar y sus secuaces, en el influjo más poroso de la profundidad erudita más analfabeta y superficial.

    Sin duda, iba a cambiar el cine. 

    Y así a sido. A peor.

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    1. Estimada Marta:

      Tu comentario genera un debate interesantísimo, base de toda propuesta artística. En el cine, como en otras disciplinas creativas, nada se puede cuantificar y todo se reduce a los gustos personales de cada ser. Es más, a mí me pasa, que a veces salgo sorprendido de ver películas que han encantado a la crítica y a mí no me ha gustado nada o al contrario. A veces incluso, mi sensación responde a las condiciones en las que las veo. Hay ocasiones en las que una película me ha emocionado en el cine y en casa luego no me gusta nada y viceversa.
      Pero eso es lo interesante de la creación, que genera estímulos a los que cada persona responde de una manera diferente. Permitiendo el debate y el diálogo.
      En el caso de “Sirat” yo iba pensando en que no iba a conectar con la propuesta. Pero me atrapó. De principio a fin. Como lo ha hecho con críticos de todo el mundo y espectadores, ya es un fenómeno de la taquilla española. Pero eso no quiere decir que le tenga que gustar a todo el mundo.
      Cada persona es un mundo y cada gusto personal tan respetable como el de los demás.
      Yo, por eso en mi blog, siempre escribo desde mi humilde opinión. Dejando claro que es lo que a mí me ha parecido o provocado, pero en ningún caso de manera categórica siendo la mía la única opción. Todas las opiniones son iguales de válidas y respetables.

      Espero que mi respuesta sea de su interés.
      Un saludo:

      Felipe.

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  2. Efectivamente amigo, menudo viaje! Tenía muchas ganas de ver esta película y desde luego que no te deja indiferente. Creo que se trata de una propuesta audiovisual muy interesante. A mí también me ha atrapado desde el inicio, pero es extremadamente dura con secuencias brutales. Muchísimas gracias por recomendarla. Está claro, no es para todos los públicos. A mi me ha encantado.

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    1. Me alegro de que coincidamos. A mi me pareció una propuesta súper original, chocante y muy diferente a lo que yo he visto en una sala de cine. Eso, por no hablar del plano audiovisual, que es de quitarse el sombrero.

      Me encantó. Deseando volverla a ver. Te mando un abrazo enorme. Y te recomiendo fervientemente la de DiCaprio. Es fantástica.

      Felipe.

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  3. Sirat no es una película, ni tan siquiera un ejercicio de estilo o alegoría audiovisual, es una experiencia sensorial. Si entras en ella te fascinará. En caso contrario lo lamento pues no habrás sido capaz de ver el hijo muerto de Tod Browning y David Lynch.

    Sirat constituye una experiencia sensorial formidable, hipnótica, única y extraña. Un viaje a las profundidades de lo sagrado y lo profano. Un periplo vital que deambula entre el final de los tiempos y el precipicio que nos conduce a ellos. Ante tal tesitura, uno comprende a los seres que habitan en el circo rodante que nos muestra, con sus tullidos, drogados, perforados y tatuados seres. Son los únicos sabios del planeta que han comprendido que estamos ante el fin y éste solo se afronta abandonándose a lo ancestral. Inmersión en la paranoia, el delirio y la alucinación de la mente sumergía en la música y el baile catártico.

    Y siempre la muerte como habitante común en parajes desolados en los que su presencia nada tiene de extraña, bien porque son lugares casi incompatibles con la vida o porque el hombre ha procurado que otros hombres desaparezcan sin saber por qué mediante minas ocultas bajo el seco polvo del desierto.   

    Mientras tanto, solo asoma levemente la solidaridad y amistad de los  lisiados, la búsqueda de fantasmas, el último viaje en tren entre cadáveres vivos de un tercer mundo que ya lleva siglos habitando en una patria llamada Muerte.  Sirat es la película que nos muestra el final de los tiempos. Nada más y nada menos.  

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  4. Sirat no es una película, ni tan siquiera un ejercicio de estilo o alegoría audiovisual, es una experiencia sensorial. Si entras en ella te fascinará. En caso contrario lo lamento.
    Sirat constituye una experiencia sensorial formidable, hipnótica, única y extraña. Un viaje a las profundidades de lo sagrado y lo profano. Un periplo vital que deambula entre el final de los tiempos y el precipicio que nos conduce a ellos. Ante tal tesitura, uno comprende a los seres que habitan en el circo rodante que nos muestra, con sus tullidos, drogados, perforados y tatuados seres. Son los únicos sabios del planeta que han comprendido que estamos ante el fin y éste solo se afronta abandonándose a lo ancestral. Inmersión en la paranoia, el delirio y la alucinación de la mente sumergida en la música y el baile catártico.
    Y siempre la muerte como habitante común en parajes desolados en los que su presencia nada tiene de extraña, bien porque son lugares casi incompatibles con la vida o porque el hombre ha procurado que otros hombres desaparezcan sin saber por qué mediante minas ocultas bajo el seco polvo del desierto.
    Mientras tanto, solo asoma levemente la solidaridad y amistad de los lisiados, la búsqueda de fantasmas, el último viaje en tren entre cadáveres vivos de un tercer mundo que ya lleva siglos habitando en una patria llamada Muerte. Sirat es la película que nos muestra el final de los tiempos. Nada más y nada menos.

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