Espectacular “Dune: Parte Dos”.

Me encantó la primera parte de “Dune”. Ya os lo dejé claro, mis queridos “hoymevoyalcinemanicaos” en una entrada que publiqué por este mi amado blog allá cuando la vi en época pandémica. Disfruté muchísimo con la monumental película de tono épico y trágico, ambientada en el futuro y basada en la popular novela homónima de Frank Herbert, que se había “cocinado” el, muy venerado por un servidor, director canadiense Denis Villeneuve (creador del que os recomiendo toda su filmografía). Su historia de corte inter-espacial y de conspiraciones familiares y planetarias de corte shakesperiano, con trasfondo ecologista y político, unido a su apabullante acabado formal, hicieron de mi visionado en el cine toda una experiencia casi religiosa. Eso sí. Me quedé con ganas de más. “Cines Interruptus”. la vida, ya saben…

Y, qué rápido pasa al final todo, ese momento ha llegado. Al fin pude ver este fin de semana la esperadísima segunda parte de tal afamada y aclamada cinta y, de este modo, ya puedo compartir con vosotros mis impresiones. Había ganas. Cero decepciones. Vamos con ellas.

“Dune: Parte Dos” / “Dune: Part Two” (Dir: Denis Villeneuve):

Flipo de nuevo con la segunda parte de “Dune”. No puedo decir que sea superior, porque tendría que ver de nuevo las dos seguidas, pero sí que puedo aseguraros de que está a la altura de la anterior. Denis Villeneuve constata de nuevo su genio y nos regala una segunda parte repleta de los elementos positivos que encumbraban a la cinta primigenia.

Seguiremos de nuevo los pasos del duque Paul Atreides quien, señalado como el posible Mesías o el Muad´Dib, y ayudado por los Fremen, intentará restablecer el orden de su universo, tratando en todo momento evitar la guerra santa que, en su nombre, le auguran sus visiones “mesiánicas”, oscuras y tremendistas. Ese es el argumento que nos devolverá al planeta DUNE.

¿Que qué funciona? Pues todo. Su entretenidísima historia de dimensiones trágicas y enrevesadas que, insisto, me recuerdan a la mejor magia dramática shakesperiana. Su espíritu de naturaleza épica y grandilocuente que apabulla en cada segundo de su metraje. Su inspiradísimo reparto, acertadísimos todos los actores, quienes hacen que cada uno de sus personajes tengan el interés que se merecen (Chalamet, Zendaya, Bardem, Rebecca Ferguson, Florence Pugh, Austin Butler, … vuelven a demostrar por qué son algunos de los mejores actores que tenemos en la actualidad). Su cuidadísima producción que hace que cada elemento audiovisual deslumbre y sorprenda creando un universo mágico allá donde los haya. La partitura de Hans Zimmer de sonoridad techno-futurista-industrial que hace estremecer cada poro de tu cuerpo y emocionarte con cada nota escuchada en pantalla. Su mensaje pacifista-ecologista, de esencia anti-fundamentalista, que invita a la unión entre comunidades para salvar la realidad existente como única vía posible (de perfecta aplicación a la actualidad). Su…

Todo. Y cuando digo todo, es todo. Perfecto contenido, perfecto continente. Forma y fondo. Casi tres horas que pasan volando y que te hacen vivir toda una experiencia cinematográfica única, emocionante, vibrante, mágica, … que se ha de experimentar, eso sí, en la pantalla más grande posible. Nada de teles. Fuera pantallas pequeñas. Al cine todos. Y cuanto más grande mejor.

Eso sí. Absténganse no amantes de la ciencia ficción y del cine de grandes presupuestos. Esto es lo que es. Cine megalómano de universos fantasiosos y lejanos, pero, que no por no ser cine autoral e independiente, deja de ser de lo más sobresaliente, plausible y recomendable. Al menos a un servidor le pareció de calidad máxima. Denis Villeneuve saca de nuevo con este trabajo la mejor nota y su visionado, créanme, te deja pegadito a la butaca, con la mirada impertérrita y sin pestañear, y, lo que es más importante, con el corazón en constante movimiento y vibración. Porque no todo es coraza y cartón piedra. No. También hay mucho gran cine y emoción.

¡Viva Dune y viva el SÉPTIMO ARTE! Eso y…¡esa Zendaya!!! Así de simple. Sin más.