Es curioso que voy a ver dos películas tan opuestas como muy afines. Nunca lo hubiera pensado. Una es una cinta distópica de ciencia ficción pura, de un presupuesto elevadísimo y parte de una saga multimillonaria con hordas de seguidores, tantos como efectos especiales. La segunda es la nueva cinta de Ken Loach, una pequeña película, de presupuesto limitado, qué decir de medios, tratando de reflejar de la manera más veraz posible la existencia de a pie, la de este mundo, la realidad menos fantasiosa que pueda caber, también la menos excitante y glamurosa. Cinta pequeña donde las hayas, con tanta verdad como ausencia de efectos especiales.
Una, pura imaginación, la otra, a pie de tierra, como la vida misma. Nunca las hubiera puesto en un post juntas. Nunca, si no fuera porque cuando las veo compruebo que en el fondo hablan de lo mismo. De los efectos colaterales de la guerra y de los más desprotegidos. De la existencia de sistemas que oprimen a los más desheredados y débiles y los margina a un lado, obligándoles a someterse a las normas que ellos no han dictado y de las que es muy difícil salir indemne.
Cada una a su manera, es curioso, habla de lo mismo. De abuso de poder y falta de vías y recursos. De sobrevivir, al fin y al cabo, ante aquello que unos pocos dictaminan y disfrutan.
¿Quieren saber qué es lo que me han parecido? Pues vamos con ellas, mis queridos “hoymevoyalcinemaniacos”.

“Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes” / “The Hunger Games: The ballad of songbirds and snakes”. (Dir. Francis Lawrence).
He de reconocer que me gustó mucho, no lo esperaba, la primera parte de “Los juegos del hambre”, esa historia futurista en torno a la celebración de un espectáculo televisivo que ponía a competir a varios miembros de los diferentes distritos de una civilización de sometidos y que sólo tendrían un ganador, el resto morirían durante una competición donde todo vale para la supervivencia. Unos juegos que servirían para que los que gobiernan y sus seguidores recordaran a los que se rebelaron, en los días previos a una dolorosa guerra, como fueron sometidos y, de este modo, no lo vuelvan hacer. Me gusta, repito, ese primer capítulo de la saga y la poderosa y motivadora interpretación de la siempre efectiva Jennifer Lawrence. No me engancha el resto de la franquicia que divaga por cerros que no llevan ni a Úbeda ni a ninguna otra parte.
Tengo curiosidad por saber cómo han hecho la precuela de este universo fantástico. Y más cuando leo buenos comentarios sobre ella. Y me gusta. La disfruto. Cuenta tanto el origen de esos juegos como el proceso en cómo Corielanus Snow, personaje de gran importancia de la franquicia, se convirtió en quién terminó siendo.
Dos son las grandes bazas de esta cinta. Una es su trama entretenida y con suspense. Y la otra sus dos actores principales. Es de interés y muy ameno el saber cómo se originó tal esperpéntico espectáculo de supervivencia y muerte. Así como poder asistir al nacimiento de ese complejo y tan contradictorio ser llamado Coriolanus. También disfruto con la actuación del, para mí desconocido, fantástico Tom Blyth, toda una revelación. Rachel Zegler es otro acierto como su antagonista. También los secundarios: Viola Davis como villana y Jason Schwartzman como rey del periodismo amarillo. Los efectos especiales, otro punto importante en este tipo de películas, no están nada mal.
No es perfecta. Su tercio final, los dos primeros son muy plausibles, deriva un poco hacia derroteros un tanto desdibujados, tampoco malos. Aun así, es de lo mejor de la saga. Cine comercial entretenido y de calidad. Para una buena tarde de cine en familia o para colmar tu necesidad si eres muy fan. Si te encuentras entre estos últimos, no lo dudes, no te defraudará. También si te gusta el cine de aventuras, tipo “blockbuster” de ciencia ficción.

“EL viejo roble” / “The old Oak”. (Dir: Ken Loach).
Ken Loach no es Katniss Everdeen (la archi famosa protagonista de la anterior saga), pero también tiene su público. Somos muchos los que llevamos durante años disfrutando de su cine combativo, antisistema, reivindicativo, de claro corte social y focalizado en las injusticias de nuestro mundo. Sus historias te tocan la fibra sensible y te hacen reflexionar. Y mucho. Te llena de rabia, por ver lo rodeados que estamos de injusticia social. También te hace reír. Mucho. Sus cintas desprenden litros de sarcasmo, flema e ironía. De mucho sentido del humor. Unas te gustan más y otras menos, pero ninguna te deja indiferente.
En “El viejo roble” vuelve a la carga focalizando su mirada en aquellos que sufren de las injusticias de este mundo. Concretamente en una familia de sirios que llegan como refugiados a Inglaterra y son alojados en una zona humilde de la ciudad de Durham, ante el cabreo de los poco receptivos y cabreados vecinos británicos. No todos. Como siempre habrá gente comprensiva y hogareña que les dará la bienvenida y les ayudará en su nueva y no elegida vida. La que le toca vivir. Ellos nunca lo decidieron así. Algo que creará mucho conflicto en el barrio. Pero que algunos intentarán solucionar con una buena idea que fomente la convivencia, la cual generará sus heridas y discrepancias. Los roces y peleas.
Al principio no acabo de conectar del todo con lo que me cuenta. Hay muchos temas en juego (los conflictos bélicos, los refugiados de guerra, la gente sin recursos, la especulación inmobiliaria, las huelgas mineras, los sindicatos y la unión, …). Me pierdo un poco, aunque la historia es bien sencilla. Pero luego surge la gran y bonita idea. En torno a la que gira la película. Y me reconcilio con Loach y su nuevo filme. Incluso me emociono un tanto. Lo que cuenta es bonito y necesario. Desprende humanidad y sensatez. Sentido común, que es lo que solucionaría todo en este mundo.
Eso sí, no es la mejor de las películas del británico. Su sencillez lastra su efectividad y no acabo de empatizar del todo con sus personajes. Hay ideas muy buenas. Y momentos potentes. Pero no tiene el “punch” de sus grandes obras. Amén de que le falta su característico sentido del humor. Es una obra seria. Habla de temas serios. Y no hay mucho hueco para la ironía. Una pena.
En cualquier caso, es una buena cinta para entender que ante el conflicto el diálogo y, siempre, la esperanza. El no tirar la toalla y unir el codo con codo. Eso e, insisto, la palabra. No los golpes y los insultos. Mejor el verbo a la metralleta. El sustantivo y el adjetivo al puñetazo. Una buena subordinada antes que la bronca. Menos aún, las bombas. La palabra, siempre la palabra, que, en el definitiva, aunque hablemos diferentes idiomas y tengamos distintas procedencias, como bien nos muestra el gran Loach, somos todos iguales.

Hola Felipe!
Tengo ganas de ver «El viejo roble» que fue el Premio del Público en la última SEMINCI. Un abrazote.
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Ya me dirás qué te parece cuando la veas. Un Loach menor, pero igual de efectivo.
Un abrazo.
Felipe.
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