De sexo y justicia.

Una vez más, como la semana pasada, otra sesión de tarde dedicada al cine de autor. Aquel menos convencional y comercial. Pero, curiosamente, con dos propuestas totalmente diferentes. Paso de una película a otra casi sin descanso. Con apenas un café, esta vez fue té, es verdad, bebido de por medio. Y me entrego a dos largometrajes radicalmente antagónicos. Los dos de temática interesante: el primero nos habla de justicia, el segundo de sexo, o casi podríamos decir que, de justicia en el sexo, paradójicamente. Lo que menos me gusta de la primera, engrandece la segunda. Lo convencional de la primera propuesta, es arrollado por la radicalidad de la segunda. Vamos con ellas.

“Las dos caras de la justicia” / “Je verrai vos visages” (Dir.: Jeanne Henry):

Voy a ver “Las dos caras de la justicia”, filme que viene de llevar muchos espectadores en Francia, atraído por su campaña publicitaria (lo que es capaz de hacer el marketing, ¿no creen?) Tanto su cartel como su tráiler venden la cinta como la película que más ha convencido a Francia, o algo así, desde el estreno de “Intocable”. Y no puedo decir que la cosa no esté bien, porque la cinta tiene su interés, pero, al menos para mí, no remata. De hecho, su temática no puede ser más interesante. Habla de la JUSTICIA REPARADORA, esa que enfrenta a verdugos y víctimas no para llegar a un veredicto, de eso ya se ha encargado un juez, sino para dialogar de manera segura, a través de mediadores y personas expertas, y cerrar heridas, lanzar preguntas y encontrar respuestas.

En este caso se centra en dos procesos. Uno que pone en la misma sala a ladrones y robados, y otro de violencia sexual en la infancia. La peli se beneficia de su temática, no puede ser más atrayente y lleno de interés ese cara a cara entre víctimas y verdugos, y de un reparto, con algunos de los mejores actores del cine francés, perfecto. Pero peca de plana y demasiado pedagógica y didáctica. Todo es lineal. No paran de hablar y de hablar y siento estar viendo una cinta creada para ser proyectada en una clase valores éticos de un instituto. No hay riesgo. Toda peca de convencional. De equidistante. De políticamente correcto. Me resulta un tanto gris. Anodina.

Me falta garra. Pasión. Sobresalto o más caña. No me aburro. Me dejo atrapar por lo bien que dicen los diálogos en francés tremendos actorazos. Pero salgo un poco como si nada. No la recordaré mucho tiempo. Quedará en mi memoria esta o la próxima semana. Poco más. Cine correcto, bien rodado e interpretado, de temática enjundiosa, pero al que le falta salsa.

“Creatura” (Dir.: Elena Martín):

Si “Las dos caras de la justicia” carece de riesgo, “Creatura” está llena en cada fotograma. Y es lo que más valoro de la nueva propuesta de la joven creadora Elena Martín (“Julia ist”), obra que tuvo el gran honor de llevarse el premio gordo de la sección de la “Quincena de realizadores” del, nada más y nada menos, prestigioso festival de Cannes. Y la cosa no es para menos porque la obra, aunque imperfecta para el que suscribe estas líneas, es digna de mucho elogio. Me explico.

Muchos son los calificativos que podríamos dedicarle a “Creatura”. Incómoda, compleja, inteligente, fascinante, difícil, directa, … pero si algo define a este largometraje es el adjetivo de valiente, ya que su temática, los tabús en la sexualidad femenina, es de una complicación máxima.

Mila (Elena Martín) es una mujer que quiere disfrutar de su sexualidad de una manera completa y madura. Su relación con su pareja, su sensible y comprensivo compañero (un siempre fantástico Oriol Pla), no debería ser un impedimento, pero los miedos y fantasmas del pasado se lo impiden. Este es el comienzo de “Creatura”, una cinta en la que asistiremos a tres de las edades de su protagonista, su infancia, su adolescencia y su madurez, y en la que a través de pequeñas escenas iremos entendiendo el trauma, provocado por una sociedad machista que condena a través de mil actos normalizados el que una mujer pueda disfrutar de una manera abierta, libre y sin miedos, plenamente, en definitiva, de su sexo, algo que le ha impedido gozar de una manera completa y sin barreras de esa cosa tan natural, gozosa y fascinante, llamada sexualidad.

Una temática que, a pesar de su dificultad, es transmitida de una manera realista, concisa y sin tapujos, llena de claridad y bravura, no exenta de lirismo, por una directora que quiere arriesgar y mucho. Porque vaya que si arriesga, vaya… muchísimo… Pero tambien como gana en su propuesta. Como también ganan esos entregados actores, en cuerpo (literal) y alma, a una cinta no apta para mojigatos ni detractores de experiencias fuertes, extremas y nada conciliadores.

Un nuevo ejemplo del buen momento que está viviendo nuestro cine, con toda esta generación de directores y (sobre todo) directoras valientes y atrevidos, que han llenado de frescura e inteligencia nuestra cinematografía.

Avisados quedan. Que os va el cine complejo, que provoca y arriesga, radical en forma y fondo, no lo duden, vayan a verla. Que no están para experiencias potentes y poco aptas para almas sensibles, quizá no sea su película. Yo, desde luego la aplaudo, pese a su imperfección (quizá abarca demasiado y es altamente ambiciosa), y mucho. Porque la cinta me atrapa. Por muchas directoras que muestren la vida y las injusticias de esta sociedad, así, sin miedo, con bravura, sin pelos en la lengua….

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