La perfección y “Alcarrás”.

Hace varios años me fascinó la ópera prima de una directora novel llamada Carla Simón. Su primera película se llamaba “Verano 1993” y era un fantástico relato en torno a una niña con unos padres de acogida (sus propios tíos). Todo lo que pasaba por aquella pantalla destilaba emoción, verdad e inteligencia, de la manera más sutil posible, hablando a su vez de temas tan potentes como el SIDA, la muerte o la infancia. Bella, emocionante, demoledora. Aun recuerdo como ese fantástico plano final golpeaba cada una de mis entrañas. Sin duda, para mí de las mejores películas del cine español de los últimos años. Si no la han visto aun, no se la pierdan.

Por ello que mis ganas de ver “Alcarrás”, su segunda y alabada obra eran enormes. Era, sin duda, la película de nuestro cine que más tenía ganas de ver este 2022, y más después de ganar, por unanimidad, algo tan difícil como el oso de Oro del Festival de Berlín.  Entro en la sala con el miedo a la decepción. Con ese cosquilleo en el estómago de ver si me va a defraudar o no. Cuando las expectativas son muy altas, el miedo a que lo visionado no esté a la altura siempre es muy alto.

Nada. Carla Simón no falla. Vuelve a ganar. Y su “Alcarrás” me deja KO. Me entrego absolutamente a su última obra fílmica. A su maravillosa “Alcarrás”. Vamos con ella.

“Alcarrás”. (Dir. Carla Simón):

“Alcarrás” es fantástica. Perfecta. Redonda. Sin más. 10.  Así de simple.

En este caso su directora nos traslada a la población, en la provincia de Lérida, que da nombre a la cinta, para hablarnos de una familia (inspirada en la de sus propios tíos) que dedica su vida al cultivo de la tierra para el negocio de los melocotones. Un clan que trata de subsistir ante un sistema demoledor en el que el mito de David contra Goliat no tiene cabida. Aquí el gigante, el capitalismo extremo, no tiene rival, y está dispuesto a llevarse por delante todo lo que se ponga a su alcance, olvidándose de cosas tan necesarias como los sentimientos, la tradición familiar o el arraigo. Ley de vida. La pasta gansa se lo pone difícil al corazón. El dólar noquea a las emociones.

De eso habla “Alcarrás”, donde su directora nos muestra un precioso trozo de vida lleno de sensibilidad, emoción, verdad e inteligencia, a través de una familia tratando de sobrevivir en un sistema socio económico arrollador en el que los más pequeños negociantes tienen muy poco que decir, nada que aportar. La lucha es imposible, sólo le queda la resistencia a no claudicar. El intentar agarrarse al casi siempre demasiado utópico “Resisitiré”.

Todo ello en una película que toca muchos y variados temas, de los que se pueden sacar varias y muy interesantes lecturas. Porque “Alcarrás” tiene una lectura política muy importante, esa en la que los que nos gobiernan, y nuestra propia sociedad, van dejando poco a poco aislados a todos esos pequeños empresarios a los que les es imposible competir con grandes corporaciones y empresas. Tiene otra social, esa en la que vemos como hemos creado una sociedad en la que el compromiso, el apoyo fraternal, los lazos humanos, la palabra, la verdad, la honestidad y el honor, nada tienen que hacer contra el perverso y aniquilador dinero. Y otra humana, la que refleja de manera brillante, magistral, perfecta, el qué es ser una familia, el en qué consiste pertenecer a una “tribu genética”, con sus claroscuros, sus luces, sus sombras, sus alegrías y sus penas, … Y una antropológica, la que muestra el amor por la tierra, el cuidado de nuestros terrenos, el amor y el mimo, casi visceral, por nuestras tradiciones, nuestro legado, nuestra cultura, … Y otra, … En fin, tantos y tantos subtextos.

“Alcarrás” es un perfecto tejido de varias escenas y momentos de esa familia. Asistimos a varios instantes en el momento de la recogida de la fruta que llevan cosechando todo el año. Vivenciaremos sus comidas, sus conversaciones, sus momentos de angustia, también los de gloria, … Reiremos y lloraremos con ellos, asistiremos a su día a día, a su cruzada, su personal odisea, contra los que quieren acabar con ellos y la que surge entre ellos mismos, la que provoca la dinamita de la genética y los lazos familiares.

Risas y lágrimas en una misma cinta. En la misma media. La vida una vez más. Con todas sus aristas.

Bella, emocionante, veraz, dura, triste, conmovedora y, sin más, perfecta. Cine de autor, minimalista, realista, sencillo, … En el que no pasan muchas cosas, pero que cuenta tanto, y de una manera tan brutal, potente, llena de complejidad y brillante inteligencia. Tan lleno de verdad. Un brillante recorrido existencial, hasta ese contundente y perfecto plano final.  Fantástica. Sobresaliente. Y, por ende, muy recomendable. Si aman el cine, háganse un favor. No se la pierdan. Y si puede ser en catalán con subtítulos, mejor.

Probablemente, la película española del año. Y si no, tiempo al tiempo…

P.D: Carla Simón, si lees estas líneas, sólo quiero decirte que estoy deseando que tu privilegiada mente empiece a crear tu próximo proyecto. Yo, desde luego, muero ya por verlo. Larga vida a tu cine.

2 comentarios sobre “La perfección y “Alcarrás”.

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