Me despido de vosotros, queridos lectores. Será hasta septiembre. Cierro el chiringuito para irme al Ídem, nunca mejor dicho. Desconecto el mes de agosto de escritos y blogs varios, que, aunque siga yendo al cine, lo haré (aunque los estrenos no sean muchos), hay que tomarse descansos de vez en cuando para poder empezar con fuerzas renovadas en septiembre. Espero que vosotros disfrutéis también a tope y de todo. Del campo, de la montaña, de la playa, de la ciudad… de allí donde estén y fueren. Yo prometo, al menos, intentar hacerlo. Ya saben que no siempre depende de uno, sino también de las circunstancias que a uno le rodean (que os voy a decir yo, y más en tiempos de COVID), pero seguro que disfrutaremos, y mucho, todos. Bailen, beban, coman, amen, rían, gocen, descansen, vayan al cine (por favor, las salas necesitan espectadores) … siempre con distanciamiento social, mascarilla y prudencia, mucha prudencia, y recen o deseen con todas sus fuerzas (según tengan el depósito de la fe más o menos lleno) para que en septiembre no nos vuelvan a confinar a todos (aunque según está el patio, la cosa no pinta muy bien; confiaremos, “anyway”). Seremos optimistas y pensaremos que no. Pero por si acaso, haremos honor al “carpe diem” y disfrutaremos de este agosto extraño que nos ha tocado vivir y que seguro que también, como la pantalla, nos regala momentos maravillosos. Yo, por mi parte, me despido hablándoos de dos productos atípicos: un musical grabado y una serie. En septiembre seguiremos con lo nuestro, lo que más nos gusta, el cine.
“Hamilton” (Dir: Thomas Kail):
Tenía muchas ganas y curiosidad por ver “Hamilton”. Hacía mucho tiempo que un musical de Broadway no generaba tanto ruido mediático. El respaldo de la crítica y del público ha sido extraordinario desde el mismo día en que se estrenó y ya ha pasado a formar parte de la “Top List” de los mejores musicales de todos los tiempos. Ahora, los que no habíamos podido verlo “in situ”, algo imposible aún estando en Nueva York, ya que conseguir “tickets” era una ardua odisea sólo apta para “Indiana Jones” urbanos, tenemos la oportunidad de verlo en Disney +, gracias al acuerdo (híper millonario) que la casa del ratoncito Mickey ha firmado con sus productores, para mostrar una de sus funciones grabadas en el teatro donde ha “muerto de éxito” y con el reparto original, incluido su creador, el portorriqueño, muy de moda, Lin Manuel Miranda. Lo han vendido como película (intentando incluso entrar en la temporada de premios), generando un debate en las redes muy tenso entre si lo que vemos es un filme o simplemente teatro grabado. Yo lo tengo claro. Para mí, es una grabación en directo de un acto teatral (como los exitosos Estudio 1 de antaño de Televisión española), pero como es uno de los productos de los que más se habla últimamente en el audiovisual, yo os doy mi humilde opinión de ello.
“Hamilton” habla de uno de los padres fundadores de los Estados Unidos tal y como los conocemos ahora. Un inmigrante, llegado del Caribe, pobre y huérfano, que llego a las tierras de Norteamérica lleno de labia y ambición, consiguiendo convertirse en una de las figuras más importantes de la Historia del país ahora gobernado por Trump (ay, si los muertos reviviesen). Nos cuenta sus inicios, como llegó a relacionarse con algunas de las mentes más brillantes e influyentes de la Norteamérica de finales del siglo XVIII y de como fue vital para conseguir la independencia de los EE. UU. del gobierno británico, así de como llegó a ser uno de los padres de la Constitución estadounidense, ser elegido por el primer presidente de los “United States” como secretario del Tesoro y, de este modo, convertirse en uno de los padres de la política económica norteamericana. Por el escenario deambularán personajes del calibre de George Washington, Thomas Jefferson, Aaron Burr o John Laurens (casi nadie, vamos) así como las mujeres que marcaron la vida amorosa de nuestro “prota” (pronto veremos que no sólo tenía ambición por el poder, sino también por las faldas).
Reconozco la calidad de “Hamilton” y el ruido mediático generado. Me encantan los musicales (tanto en pantalla como en escenario) y disfruto un montón de las dos horas y media largas del “hit” de Lin-Manuel Miranda. Y entiendo el éxito del producto. Hay mucha calidad en lo que veo en pantalla. Desde la puesta en escena, sencilla pero súper efectiva, hasta la originalidad de la historia (un musical histórico político), su espíritu crítico (da caña al racismo, machismo y otros puntos negros del “país de los sueños”) y la originalidad de la partitura, la cual mezcla R and B, con Jazz, Funky, rap e hip-hop, creando un original y anacrónico contraste entre el momento histórico que vemos en el escenario y su muy actual acompañamiento musical. Los actores cantan y actúan como los ángeles. Hay ingenio, diálogos rápidos, canciones con fuerza, pegadizas, llenas de ingenio y sentido del humor. Se ve que es algo creado desde el cariño y la pasión. Y se disfruta de principio a fin. Hasta ahí, bien.
Pero añado dos peros, que me impiden acabar el visionado exultante: 1) Lo hubiera disfrutado el doble en directo; al ser teatro grabado se evapora un poco la magia del directo, perdiendo fuerza el resultado. 2) La temática, aunque interesante, no me llega a tocar de lleno como al público norteamericano, que brama y celebra cada uno de los giros de la trama, así como cada uno de los chistes y guiños al espectador. Yo lo veo un poco desde la distancia. Me interesa, pero no me descoloca (la misma sensación que, imagino, tendría un ciudadano de Arkansas viendo una Zarzuela sobre los padres de “La Pepa” o, la tan en boga últimamente, Constitución española).
Prometo verlo algún día en Broadway o en Londres. Lo intentaré. Y entonces, les daré una segunda opinión, seguro que más acertada y fidedigna, que la que he podido tener desde el televisor de mi casa.
“The Crown” (Dir: Varios directores):
Animado por mi gran amigo Gonzalo (rutero de pro), quien siempre que lo veo me insta a hablar también de series en el blog, os recomiendo la última que he terminado (o, mejor dicho, devorado). Es “The Crown” y sus tres temporadas (hasta el momento) las tenéis en NETFLIX. Tengo que decir que me daba pereza empezar dicho serial. Me imaginaba un folletín monárquico aburrido y sin mucha chicha. No me atraía, vaya. Pero las entusiastas críticas a tal producto me picaron la curiosidad y me animé a ver el primer capítulo. ¡Qué gran acierto! Porque “The Crown” (junto a “Chernobyl”) es de lo mejor que he visto en televisión en mucho tiempo. Interesantísima, vibrante, de una calidad visual impresionante, con unos guiones inteligentísimos y llenos de enjundia (que hacen que cada episodio sea una especie de mini película), que tratan todo tipo de temas de lo más variado (desde las relaciones de poder Casa Real, Gobierno Británico; a las relaciones familiares; al difícil papel de la monarca inglesa; … ) y que nos permiten conocer y disfrutar de la historia de esta mujer que nunca quiso reinar (sino simplemente tener una familia feliz) y que el caprichoso destino la lanzó de bruces al poder monárquico, convirtiéndola en una de las personas más influyentes del mundo hasta hoy en día. Fascinante, hipnótica, magistralmente rodada, de una recreación histórica virtuosa y con un reparto EXCELSO (y lo pongo con mayúsculas), un montón de virtudes que hacen que sea imposible no caer rendido a los pies de las tres temporadas que forman parte de ella. Brillante todos sus actores, pero mención especial, las dos protagonistas que dan vida a la reina Isabel, Claire Foy (sobre todo, magistral) y Olivia Colman, las cuales reinan (nunca mejor dicho) en la pantalla, dando dos recitales interpretativos de los mejores vistos en televisión últimamente. Increíbles las dos (subo en el tercer puesto al pódium a Vanessa Kirby, quien da vida a la princesa Margarita en las dos primeras temporadas, fabulosa también). Muy recomendable. Háganme caso. No se la pierdan.
Y hasta aquí por hoy. Volveremos en septiembre. Cargados de mucha ilusión y, siempre, de mejor cine. Buen resto de verano a todos.
P.D: “God sabe the Queen!!!” …… ¡y al cine!!!!!!
Hamilton en Broadway es misión imposible por los precios y disponibilidad, suerte 😄
The Crown la vi por el confinamiento con mi madre y es una maravilla, la segunda temporada magistral y el capítulo del príncipe de Gales en Gales de la tercera muy bueno.
Descansa y vuelve recargado 😀😀
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Hamilton, impresionante el espectáculo musical. Si te gusta la música afroamericana, unas pasada. Dos horas y media de música que no decae en ningún momento por la fuerza de los números musicales y la interpretación de los actores.
Estoy de acuerdo contigo en que la historia es para americanos y los de fuera estamos perdidos. Imprescindible, por lo menos para mí, fue leer la entrada del musical en Wikipedia mientras lo veía para poder enterarme del argumento.
Espero volver a verlo muy pronto de nuevo.
Te esperamos en septiembre. Pasadlo muy bien.
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Felices vacaciones! Disfruta 🙂
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Gracias, mi contrablogger 😜😜😜
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