¿Quién dijo miedo?

Acudo en el día de Halloween al cine. Y qué mejor que una película de miedo para tal indicado día. Me decanto por la que se vende como la secuela de esa obra maestra del terror que es “El Resplandor”, de Stanley Kubrick. Una película que marcó mi infancia con ese Jack Nicholson correteando, hacha en mano, por los pasillos de ese mítico hotel, el “Overlook”, poseído por el maligno espíritu que habita en tal solitaria morada.  Me encanta ese filme, como me encantan algunas de sus imborrables escenas que se han quedado pegadas en el “disco duro” de mi retina y de mi cerebro y que siguen estremeciéndome cada vez que las veo. Es curioso que, por el contrario, no siento nada de ese miedo en su notable (porque es verdad que tiene sus cosas positivas) secuela, sino, sorprendentemente, en el drama social que elijo para mi sesión doble. No me inmuto con ese Ewan McGregor tratando de superar y dar carpetazo a su pasado en “Doctor Sueño” (la mencionada secuela del filme de Kubrick) pero me estremezco con esa familia británica que me muestra Ken Loach intentando solucionar su presente y asegurarse un futuro en la nueva cinta del cineasta británico “Sorry we missed you”. Eso es lo que realmente me asusta, me acongoja y, con perdón, me acojona. Paradojas de la vida. Una vez más, me convenzo a mí mismo de que no hay que irse al más allá para encontrar a los espíritus malignos. Para nada. Están muy cerca, alrededor nuestro y, a veces, se presentan en cosas tan cotidianas y mundanas, a la vez que perversas, terroríficas y “demoniacas”, como algo tan terrenal y simple como es el dinero.

“Doctor sueño” / “Doctor Sleep” (Dir:   Mike Flanagan):

Acudo a ver “Doctor Sueño” solo por la curiosidad de comprobar por mí mismo qué es lo que han hecho para continuar la grandeza de ese filme, “El Resplandor” (“The Shinning”) que, como ya he comentado, me deslumbró desde el primer visionado. Por eso y porque las críticas no hablaban mal de tan esperada continuación, así como porque la protagonizan dos actores que me gustan y, personalmente, suelo asociar con calidad: Ewan McGregor y Rebecca Ferguson. Pues ni tan mal. Salgo de lo más entretenido y con la sensación de haber pasado un buen rato tras la proyección de “Doctor Sueño” a pesar de su alargada duración (151 minutos). Está muy lejos de la calidad y del horror que me produce su predecesora, pero para nada es una cinta desdeñable. Es verdad que no me da nada de miedo y que me cuesta entenderla como secuela del clásico de Kubrick (salvo por las partes que son claramente homenajes, así como por la conexión a través del protagonista). De hecho, parecen dos películas totalmente distintas, opuestas. Pero a la vez, reconozco pasar un buen rato con la historia del personaje de Danny Torrance, el entonces niño de “El Resplandor”, ahora traumatizado adulto,   el cual tendrá que reencontrarse con su pasado cuando se ponga en contacto con una niña de altos poderes sensoriales (o que resplandece mucho, como se dice en la peli) de nombre Abra,  junto con la que tendrá que combatir con la malvada de turno, Rose “la chistera”, y su banda, los cuales andan al acecho de toda alma cargada de poderes para así aumentar su poder, así como su longevidad.

sueño2

   La cinta tiene su calidad. La trama, aunque, insisto, no me asusta nada (esto que quede claro, para los que vayan buscando sensaciones fuertes) es entretenida (aunque está más cerca del fantástico y del cine de magia, que del terror), hay momentos potentes, brillantes,  de gran calidad visual y temática, los actores están fantásticos (mención especial para Rebecca Ferguson, que una vez más borda el rol que le den y se merienda “con papas” al resto) y hay un verdadero y cuidado homenaje a la película primigenia, sobre todo en su última parte, que sus fans degustarán con gusto. Conclusión. Una correcta película para los que les guste el cine fantástico y con referencias a todo aquello que sea paranormal, que no acabará de convencer a los muy amantes de la cinta de la que parte, aunque sí gozarán con cada uno de los homenajes que les rinde en la mayor parte de sus fotogramas (yo, al menos, así lo hice).

“Sorry we missed you” (Dir:  Ken Loach):

Miedo no, sino pánico, siento, sin embargo, en el nuevo drama social de Ken Loach. No hay espíritus, ni fuerzas del más allá, ni psicópatas con hachas en busca de víctimas, ni sangre derramada “a cascoporro” por cualquiera de sus escenarios, ni criaturas monstruosas con ansia de carne fresca, nada de gore ni de vísceras, de vampiros ni de asesinos en serie, … No, nada de eso. Aquí el pavor lo vuelve a dar el capitalismo más atroz que se vuelve a llevar por delante a una familia obrera, honrada y trabajadora, que lo único que hace es intentar sobrevivir en este “aterrador” (¡qué miedo da este mundo!¡eso sí que es espeluznante!!) que entre todos hemos creado y mantenemos como si nada. La historia es la de una familia británica, hasta el cuello de deudas provocadas por el mal manejo de los bancos durante de la crisis, la cual solo cuenta con su esfuerzo y su esperanza, ilusionándose con un nuevo horizonte laboral. Él, el padre de familia empezará a trabajar en una empresa de reparto de mensajería, a modo de “falso autónomo”, trabajando para él mismo, pero bajo las demoledoras reglas que impone la empresa. Todo ello desestabilizará a una familia hasta ahora unida, la cual verá como su optimismo y sus ilusiones son pisoteadas por un sistema que no tiene piedad con las debilidades humanas y en el que el dinero no tiene nada que hablar con términos como sentimientos, problemas familiares o favores.

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    El resultado, demoledor, como todo Loach, con pinceladas de humor, como también le gusta al director anglosajón, pero demoledor, en una historia pequeña pero universal, tan realista como humana, sencilla y directa (todo huele a verdad y a sinceridad, no a búsqueda de belleza y de planos impostados) y, en definitiva, efectiva, ya que sales del cine con ese nudo en la garganta y esa rabia contenida tras un final nada rebuscado, pero sí contundente. Una gran película (como grande es su título) que reflexiona sobre la unión familiar, a través de cuatro entrañables personajes que bordan cuatro actores británicos ajenos al “star system”, que lucharán con uñas y dientes para mantener su dignidad a flote así como a la pequeña hermosa familia que con sudor, muchas horas de trabajo y lágrimas, han conseguido sacar  adelante  fueran cuales fueran las adversidades, intentando que esa cosa llamada precariedad laboral, la cual alienta este capitalismo al que no hacemos asco, no se los lleve, para siempre, por delante. Y sólo te quedan, ante este potente drama, social esas lágrimas, que se derraman por tus mejillas, al menos por las mías lo hicieron, para, aunque no puedas ayudarles, al menos, desde la distancia demostrarles que los apoyas y los entiendes. Lágrimas que se llevarán el viento, porque suframos o no suframos los fieles adeptos al cine de Ken Loach, ante sus alarmantes imágenes, el mundo y nuestras vidas, seguirán igual. Nada cambiará. Una pena. ¿Verdad que sí, Señor Loach?

 

4 comentarios sobre “¿Quién dijo miedo?

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