“Ready player one” (Steven Spielberg)
Si en el post anterior hablábamos de Londres, ciudad fantástica donde las haya, este quiero empezarlo parafraseando su popular himno, pero no para honrar a su reina, “no way”, sino a nuestro particular rey, el de nuestro mundo de cinéfilos: Spielberg. Sí, «God save the King» o «God save Spielberg». Al menos, para un servidor, este director estadounidense ha sido uno de los grandes culpables de que hoy esté escribiendo estas líneas o de lo que es lo mismo, mi gran pasión cinéfila. Fue desde muy pequeño, cuando descubrí en muchas de sus obras que aquello que se llamaba cine me enganchaba profundamente. Bien algunas de sus películas como director (“ET, el extraterrestre”, “En busca del arca perdida”, “El imperio del sol”, “El color púrpura”, …) o como productor (esa fantástica “Los Goonies” o su saga “Regreso al futuro”) me chiflaron cuando apenas era un “nano” y me han seguido chiflando hoy en día a mis varias décadas, ya, de vivencia encima. Y él ha seguido haciendo películas y yo viéndolas, y aunque unas me hayan gustado más (“El puente de los espías”, “Minority report”, “Atrápame si puedes”, todos las de Indiana, …) que otras (“War horse”, “Mi amigo el gigante”, …) en todas he encontrado algo que me hace sentir que la persona que está detrás de todo aquello ama y conoce bien lo que hace, sentimientos que logra transmitirme absolutamente como espectador.
Y sí, lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a conseguir crear una gran obra del cine de entretenimiento. O al menos yo disfruté ayer enormemente de ella. Su título es “Ready player one” y habla del mundo de los videojuegos y de la realidad virtual (esa cosa que hace años nos parecía como galáctica, que solo era creíble en las películas, pero que parece que definitivamente está en nuestra sociedad y ha llegado para quedarse). Reconozco que, aunque las críticas eran casi todas muy buenas, el tema no me resultaba muy atractivo. Más bien, nada atractivo. No soy nada tecnológico y menos le doy a los video juegos. Más bien soy un ser alérgico a los “bits”, un pasado de moda, un ser de periódico y libro impreso, en fin, … pero, a pesar del tema, en este caso, desde el minuto uno me enganché a este divertimento que nos plantea el maestro (con mayúsculas) Steven y no perdí el interés en ninguno de los segundos de sus más de 2 horas y 20 minutos de metraje. Entretenida, visualmente increíble, imaginativa y con un efectivo mensaje (esas nuevas tecnologías, necesarias, sí, pero que se están apoderando de nuestra vida real; como diría el artista Ernesto Artillo: “Internet no te mira a los ojos”)esta nueva película de Spielberg nos cuenta la historia de un joven (gran Tye Sheridan) que luchará en una especie de carrera virtual para conseguir, superando varias pruebas, un gran premio otorgado por el creador de un programa de Realidad virtual (fantástico como freaky de los ordenadores, el magnífico actor Mark Rylance). Este programa, al que está enganchado prácticamente la totalidad del planeta, es conocido como Oasis y no deja de ser un “paraíso” al que se escapa para evadirse la humanidad entera incapaz de soportar toda la “porquería” que les rodea. Y será ese camino de nuestro protagonista el que seguiremos sin movernos de la butaca hasta saber si consigue, o no, tan codiciado premio. Entre medias nos “montaremos” en una especie de “montaña rusa” con toda clase de escenas en la que la acción y el entretenimiento no pararán nunca y en la que asistiremos a, otro gran acierto, todo un homenaje a la cultura pop. En este sentido atención a los “easter eggs” (especie de mensajes ocultos en los video juegos) ya que las referencias a nuestra cultura audiovisual más retro son geniales (desde Michael Jackson y su Thriller, a los Gremlins o King Kong; mención aparte lo de “El resplandor”, brillante), lo que hace que el doble o triple visionado sea una especie de pasatiempo en busca de esos “huevos de pascua”. Una gozada, vamos.
“Una razón brillante” / “Le brio” (Yvan Attal):
Y si Spielberg cuando le sale bien deleita, lo mismo ocurre con el cine francés. Y es que también disfruté mucho con la que es una de las sorpresas de la temporada del cine de nuestro país vecino.
Ganadora del premio César (el Goya “galo”) a la mejor actriz revelación, aunque nominada a varias de las estatuillas, esta comedia francesa es una pequeña delicia de la actual cartelera. La historia la hemos visto en cine muchas veces anteriormente: la de ese “Pigmalion” que intentará educar a alguien de una clase y entorno social diferente. Hasta ahí nada nuevo. Pero este nuevo punto de vista, que le aporta el filme francés, con ese homenaje absoluto al poder de la palabra, nos hará disfrutar mucho de esta pequeña pero bonita historia. Nuestra protagonista es Neila Salah (genial Camèlia Jordana, una chica que ha salido de un reality de la canción, como un OT franco), joven de descendencia árabe que entra en la Universidad a estudiar derecho. Es su primer día de clase y en su primera hora tendrá un encontronazo público con un famoso (por su irreverencia) e importante profesor de derecho (más genial aún Daniel Auteil; esa especie de “Al Pacino” francés, actor todoterreno, que está brillante en su recreación de odioso, a la vez que enternecedor, irónico y sibilino docente). Ese desencuentro será público y tachado por muchos como racista. A partir de ahí solo nos queda lo inevitable: el proceso de redención del profesor a través de las clases particulares a su rebelde alumna con el objetivo de ganar un concurso de Oratoria. ¿Lo conseguirá? ¿No? Vayan a ver la película. No lo lamentarán y disfrutarán de esta divertida y emocionante película que no deja de ser otra cosa que un canto a la belleza de las palabras, de la importancia de los no prejuicios y, sobre todo, de su gran defensa de la Educación, sin la cual, no seríamos nadie ni nada.
Conclusión: Brillante Spielberg y brillante, valga la redundancia, “Una razón brillante”. ¿Alguien da más?
Pero no descansa el dueño de este blog? jejeje
El Cine no sería lo mismo sin Steven Spielberg, eso está claro y creo que todo el mundo está de acuerdo.
El problema de estos monstruos del Cine, son las espectativas que llevamos al ir a verles.
Creemos y queremos, incluso exigimos, qué nos de calidad suprema, y eso a veces, es imposible.
Un tema curioso que has comentado, es que de «nano» te gustaron y sin duda el poso que dejaron en ese tiempo, solo lo recuperaríamos con un viaje en el DeLorean 😀
Muchas veces vemos una peli que de peque nos marcó, y lo único que tienes es una decepción…
Y mira, eso con las de Spielberg no suele pasar, curioso!
Respecto al otro film, me hace gracia, porque los lunes en la mesa del trabajo, nos ponemos al día sobre las pelis vistas el finde (ya les he recomendado tu blog ;P) y la francesa no había causado mucho furor, aunque creo que es por culpa de las expectativas (cuánto daño nos hacen) tras haber disfrutado con «C’est la vie» recientemente.
Sigue así, crack, en breve tendrás que comprar la consola a los enanos, así que haces bien en ponerte al día con el tema friki y bits jejeje
Pd. Sobre los ‘easter eggs’ es impresionante la cantidad que meten, sobre todo en películas de Marvel y DC, Disney, para ir promocionando las siguientes películas, o dándole entretenimiento a los seguidores más acérrimos… en youtube hay mogollón de vídeos al respecto…
Pd. Ready Felipe? Go to next entry!
Me gustaMe gusta
Geniales tus comentarios, Benja!! Deberías de hacer el contra blog. Me encanta leerlos y tener otros puntos de vista. Y sí, me tocará comprar la play. A mi peque le encantan los vídeo juegos. Así que a claudicar… ya sabes!! Mientras tanto yo intentaré que disfrute del cine y de cosas tan geniales como ese DeLorean del que hablas que tanto nos marcó a nuestra generación. Ya me dirás cómo te va con la inmersión en el V.O. Un abrazo grande:
Felipe
Me gustaMe gusta