Viva la diversidad, como la que hay en las 20.000 especias de abejas, o en nuestra cartelera. Nada enriquece más que lo no homogéneo. Nada como la heterogeneidad. Diferentes maneras de entender la vida, la cultura, la sexualidad, la religión, la vida, la muerte, el día a día, e incluso a uno mismo. Que cada uno sea como quiera ser, mientras no se meta con los demás. Qué aburrimiento el ser todos igual. Todos cortados por el mismo patrón, por el mismo sesgo, manera de pensar, …. Viva lo variado. La posibilidad de elegir. De no obrar todos de la misma manera. Tampoco pensar. Sentir. O el verbo que uno quiera usar.
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