“Romería”. Brillante Carla Simón.  

Si ha habido un/a director/a que más me ha sorprendido y gratificado en los últimos años, en lo que al mundo del cine se refiere, esa es Carla Simón. Su cine es un prodigio de cómo saber contar una historia. Sus dos anteriores obras me parecen dos dieces absolutos. Dos películas perfectas en las que fondo y forma comulgan de la manera más mágica y redonda posible. Ambas deslumbraron mi retina. Agitaron mi mente. Arroyaron mi corazón.

“Verano 1993” me dejó sin palabras. La historia de esa niña, Marina, basada en las propias experiencias autobiográficas de la directora, acogida por sus tíos porque sus padres habían muerto de SIDA, era absolutamente conmovedora. Me quedé anonadado. Su trama era magnética. Su guion preciso, impecable. Su puesta en imágenes deslumbrante.

 Lo mismo me ocurrió con la también perfecta “Alcarrás”, basada en la propia familia de la directora, dedicada a la recogida de melocotones, todo un perfecto fresco costumbrista que reflejaba a las mil maravillas qué es eso de la familia, ahondando de paso en lo tremendo de este “maravilloso” mundo capitalista que nos está quedando. Cine veraz, político y preciso, del que era imposible apartar la mirada y te hacía pensar, mucho. Maravillosa.

Había ganas de ver, pues, “Romería”. La película con la que cierra su «Trilogía de la familia» y que no había dejado de recibir comentarios positivos y críticas entusiastas desde su estreno en Cannes. Aunque me gusta un poquito menos que las anteriores, no deja de parecerme un sobresaliente ejercicio de qué es hacer buen cine. Una película magnífica, diferente, valiente, llena de inteligencia y veracidad, que bien merece su visionado en sala. Bravo, Carla. Lo vuelves a conseguir. “Romería” es también fantástica.

Esto es lo que pienso de la película.

“Romería” (Dir: Carla Simón)

Empiezo diciendo que conceptualmente “Romería” es brillante. Excelsa. Que Carla Simón coja los diarios que escribió  su madre cuando era joven, así como los vídeos que la propia directora grabó cuando tenía 18 años, y que con ellos cree una película para hablar de la muerte de sus padres de SIDA, que trata de cómo asumir el pasado para poder encarar el presente, así como de la importancia del legado y de la familia en la propia experiencia existencial de cada uno, aunando el naturalismo más veraz que uno pueda encontrar, minimalista, profundo pero sin ruido, con un final a base de realismo mágico absolutamente poético y onírico, a la vez que radical, es de matrícula de honor. Simplemente chapó.

Un ejercicio cinematográfico que no es sólo meritorio desde el punto de vista de la gestación creativa sino algo muy valiente. Hablar de la muerte de los padres de uno de una enfermedad tan estigmatizada como el SIDA y, de paso, hacer un análisis tan inteligente de los frágiles lazos familiares y de los miedos y secretos detrás de una familia, es de tener arrojo, bravura.

Si además lo pones en imágenes a través de un cine lo más auténtico, realista, minimalista, posible, lleno de honestidad, pero que esconde tanto detrás, tantas lecturas, tantas capas, tantos subtextos, … Al que le añades un final metafórico, lleno de lirismo y realismo mágico, totalmente opuesto, pero complementario, a todo lo que has mostrado en el metraje anterior…pues olé tú.

Le añadimos sentido del humor. Mucho. Un reparto impecable, como siempre en los filmes de la directora. Y un respetuoso y sentido retrato generacional de toda esa juventud «ochentera» que, en aras de la libertad y del disfrute, fue arroyada por la heroína… Pues, aplauso total.

Y, además, ese título, “Romería”, haciendo alusión a ese viaje de peregrinación hacia un lugar casi místico, sagrado, que tanto desconoce nuestra protagonista pero que es tan importante en su vida, periplo como el que la joven directora tuvo que hacer a sus dieciocho años para conseguir un papel donde reflejara que era hija de su padre difunto y, de ese modo, poder pedir una beca para poder estudiar cine, algo que le permitiera hacer las películas que hace ahora. Magia.

Y su bella música, y sus cuidadas imágenes, …

Fantástica. No lo duden. Eso sí, si bien encuentro en todos estos elementos calidad y maestría, originalidad y buen hacer, cine del bueno, me tocó un poco menos la fibra sensible que las dos anteriores. Me sigue pareciendo sobresaliente, porque lo es, y un drama lleno de profundidad y complejidad a todos los niveles, pero no me atrapó tanto como sus dos filmes anteriores. Sobresaliente, pero un poquito menos, al menos para el que suscribe estas líneas.

Dicho esto, terminar alabando el infinito talento de esta joven creadora, con un cine tan personal y riguroso, tan lleno de matices y elementos sobresalientes, original, genuino, único, … con el que ya estoy deseando ruede su nueva obra, la cual, por supuesto no me perderé. Allí me tendrás Carla, el mismo día del estreno. Tu cine bien lo merece. Es absolutamente increíble, genial.

Un saludo, mis queridos “hoymevoyalcinemaniacos”. Y vayan de “Romería” al cine, nunca mejor dicho, porque sus almas se lo agradecerán. Cine de calidad.

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