Amo el cine basado en la literatura de Jane Austen. Sus historias de amor y desamor, de injusticia social, de diferencia de clases y de necesario feminismo, me han provocado grandes y grandes ratos de emoción y de pasión. De sentido y de sensibilidad, nunca mejor dicho. Amo sus personajes, sus devenires emocionales, sus vorágines amorosas y personales, provocadas por las injusticias sociales de una época marcada por el dinero, la diferencia de clases y el machismo. Así como he seguido con devoción cada uno de los movimientos de sus originales protagonistas, de sus odiseas existenciales y de sus cruzadas contra viento y marea en busca del amor verdadero.
Me río. También lloro. Disfruto de ese humor británico, tan lleno de ironía y de flema. De inteligencia y sarcasmo. Me entrego también a sus dramas, los cuales me apasionan, me llenan de tristeza y nostalgia, a la vez que me indignan, desde mi visión de afortunado hombre del siglo XXI. Me impregno de su época. De sus trajes y escenarios. Y disfruto de sus historias tan británicas como universales.
Pero si tengo que destacar una de ellas, me quedo con el “Sentido y sensibilidad” de Ang Lee, una película que me parece redonda, perfecta, todo un ejemplo de buen cine y de saber adaptar el espíritu y la maestría de la escritora británica. La historia de esas dos hermanas marcadas por el amor y su clase social, sublimemente interpretadas por Emma Thompson y Kate Winslet, me apasiona, me renueve, me arrebata. Una obra perfecta para una escritora perfecta.
Después de leer mis palabras entenderéis que no podía dejar de ver una cinta con un nombre que no podía llamar más mi atención. Se llama “Jane Austen arruinó mi vida” y esto es lo que me parece.

“Jane Austen Arruinó mi vida” / “Jane Austen a gâché ma vie”. (Dir: Laura Piani).
Divertida y bonita es “Jane Austen arruinó mi vida”. La historia de una escritora francesa obsesionada por la literatura de la afamada autora inglesa cuya existencia va totalmente a la deriva, al ser su vida amorosa un auténtico desastre, algo que se complicará más cuando acuda a una residencia para jóvenes promesas de la creación literaria, de una fundación que honra a la autora de “Orgullo y Prejuicio”. Allí se debatirá entre el amor de dos hombres, convirtiéndose casi en la protagonista de una de las novelas que ella tanto ama, en un juego de meta-creación, tan interesante como disfrutable.
Veo toda la proyección con una sonrisa. Disfruto de lo que más me gusta, una buena comedia romántica. No es perfecta, no. Ni la mejor que haya visto últimamente, tampoco. Pero tiene elementos suficientes como para que yo la disfrute de principio a fin. Para empezar su sencilla pero original historia, llena de ese espíritu “Austeniano” que a mí tanto me gusta. Para seguir su original protagonista, una especie de “Bridget Jones” francesa, pero cultureta y más atormentada, cuya crisis existencial la hace muy empática y humana. Su trío actoral, fantástico. Su sentido del humor, que provoca mi risa, e incluso mi carcajada, en situaciones de lo más jocosas y divertidas, generadas por los malentendidos y diferencias idiomáticas.
Hay amor, romanticismo, buenos diálogos, comedia, curiosos personajes y situaciones, amor por el arte, buena música…. Eso, y un buen final. Para qué pedir más. Una sencilla película, con un cierto toque “woodyalleniano”, que mezcla humor y amor en cantidades justas para disfrutarla de principio a fin. Al menos, mis queridos “hoymevoyalcinemaniacos”, un romántico empedernido como yo lo hizo.
Ay, si Jane Austen me hubiera conocido…
