Penélope y la carrera hacia los Oscar.

            Me imagino que ya sabréis, mis “hoymevoyalcinemanicaos”, de mi devoción por nuestra gran Penélope Cruz. No sólo me parece una súper actriz que nos ha regalado algunos de los personajes más icónicos del último cine español e internacional (ahí están su Macarena Granada de “La niña de tus ojos”, esa su Raimunda de “Volver”, su María Elena de “Vicky Cristina Barcelona”, su Clara de “L´immensittà”, su Lola Cuevas de “Competencia Oficial”, su Janis de “Madres Paralelas”, su Jacinta de “Dolor y Gloria”, su Italia de “No te muevas”, … por citar algunos papeles), sino que es pura fotogenia y la cámara la adora, guapísima, vaya, amén de toda una currante (sólo hay que oír hablar a ella o a cualquiera de los directores con los que ha trabajado sobre su entrega) y toda una estrella internacional, la cual tiene en su currículum el haber podido trabajar con algunos de los mejores directores del mundo mundial (desde Almodóvar a Woody Allen, pasando por Asghar Farhadi, Medem, Coixet, Ridley Scott, la Coixet, Stephen Frears … en fin, tantos y tan buenos.

            Ahora nos trae a Laura Ferrari, un personaje que le ha valido el reconocimiento internacional y de nuevo el aplauso unánime desde su presentación en el último Festival de Venecia y que la posicionó desde el primer momento como una de las favoritas para la nominación en la categoría de actriz secundaria de este año en los Oscar. Una pena que no consiguiera alcanzar finalmente el pódium, a pesar de estar siempre en la carrera, pero es que cruzar la meta, y mira que iba con escudería “FERRARI”, entre los cinco primeros es algo muy difícil que, a veces, no sólo depende de ser el mejor, sino de haber tenido un buen equipo detrás, una buena promoción.

            Una pena Pe, porque a muchos nos hubiera hecho mucha ilusión. Pero con nominación o no, había muchas ganas de ver tu participación en “Ferrari”, como había también muchas ganas de ver la nueva versión musical de “El color Púrpura”, otra de las películas de este año que también se ha descolgado, en el último momento, de esa la emocionantísima carrera de premios que tiene su final en las nominadas a los premios de la Academia de Hollywood.

            Aquí lo que me provocan ambas cintas.

“Ferrari” (Dir: Michael Mann):

Pues tal cual se venía leyendo por ahí. Lo mejor de Ferrari es Penélope, sin duda. Su Laura Ferrari es esa de otras de sus encarnaciones que tan bien se le da interpretar a nuestra actriz más internacional. Toda un “mamma” italiana, llena de fuerza, coraje y rabia, que, Penélope llena de garra y de verdad en cada una de sus interpretaciones. Una mujer que vio como su vida se apagaba cuando fallecía su único hijo y cuya amargura se iba acrecentando a medida que se distanciaba de su marido, más cuando se enteró que éste había formado otra familia, con descendiente incluido, de la que todos era sabido menos por ella.

Penélope está fantástica. Desgarradora. Brava. Llena de fuerza y de fotogenia, una vez más, la pantalla y cada una de sus apariciones hace que la película crezca y que tu mirada y tu retina queden atrapadas. Su nominación hubiera sido más que merecida. Habrá más, no importa.

El resto. Pues normal. Correcta. Una película bastante plana. Es curioso como uno puede ver, por el cuidado, el mimo y el esmero que hay en toda la película, que siempre haya sido el proyecto soñado de Michael Mann, aclamado y talentoso director donde los haya. Se puede observar que se ha dejado la piel y que hay pasión en ponerla en marcha. Pero luego esa emoción no traspasa la pantalla. Y, aunque se deja ver y no te aburras, haya cierto interés en lo que cuenta y la producción sea de alta gama, como los coches, la película se queda a medio gas, nunca mejor dicho, descafeinada. Un guion sin mucha emoción (que cuenta los años en que Enzo Ferrari intentaba sacar a flote su fábrica de coches, compitiendo en carreras que le dieran publicidad, mientras su matrimonio se desmoronaba) y una falta de adrenalina, foco y alma, hacen que el acabado, aunque bueno en forma, se quede bajo en esencia, en chicha, en garra. Mucha chapa, poco motor, vaya.

Otra cosa buena, aparte de la cuidada producción que nos traslada de lleno a la época y aquellas emocionantes carreras, es Adam Driver. Su construcción de ese sereno Enzo Ferrari, controlador sin perder las formas, engancha. Eso sí, Penélope, se lo devora. Se lo come con papas, interpretativamente hablando, digo.

Otra mala, el batiburrillo de acentos, por la diversidad de origen de los actores que a los personajes encarna. Una torre de babel que ni se entiende ni encaja.

Por ver a Penélope, pues merece la pena. Por el resto, vaya.

“El color Púrpura” (Dir: Blitz Bazawule):

Algo parecido le pasa a la nueva versión de “El color purpura”. Me encanta la película anterior de Spielberg basada en el libro homónimo, todo un clásico. La historia de esas dos hermanas afroamericanas separadas desde jóvenes y víctimas de una sociedad racista, machista y clasista, la de principios de siglo en la desfavorecida Norteamérica, me conmocionó el alma desde su primer visionado. De hecho, es una de mis películas favoritas

No me ocurre lo mismo con esta su nueva versión musical, a su vez basada en el espectáculo de Broadway que lleva triunfando en “la ciudad que nunca duerme” desde hace varios años. Tenía muchas ganas de ver la propuesta sobre las tablas, pero no está la cosa como para tirar de avión transoceánico para ver una representación teatral, al menos no mi cartera, así que me conformaba con ver su adaptación para la gran pantalla del aclamado y supuesto gran musical.

¿Y qué os puedo decir? Pues que tiene cosas buenas. Es entretenida, tiene un reparto de 10, números musicales de lo más vistosos y una partitura de esencia afro con toques de blues y jazz de lo más sureña y disfrutable. La veo sin problema alguno. Hay ratos que me río. Otros que se me cae la lágrima. Otros que me contagio de su música sensual y canalla. Pero no me acaba de cuadrar la dupla de una historia tan trágica con un musical al más puro estilo de Hollywood. El brillo con la tragedia. Paso un buen rato, pero no me conmociona. Y mira que le tenía ganas.

Me sigo quedando con la versión del genio Spielberg. Con aquella fantástica Whoopi Goldberg tapándose la dentadura en cada sonrisa y robándonos nuestra empatía y cariño. Con aquel “El color Púrpura” y, por supuesto, con esta nuestra Pe. Porque siempre lo auténtico, es sinónimo de calidad. No lo olviden nunca, mis “hoymevoyalcinemaniacos”.

ADELANTO: He visto tambien “Sala de Profesores”, cinta alemana nominada al Oscar a la mejor película extranjera, muy buena y “Los tres mosqueteros. Milady”, segundo episodio la versión francesa del clásico de Alejandro Dumas, no tanto. Intentaré escribir en unos días. Y es que, con esto de los Goya, las entradas, del cine y del blog, se me acumulan. ¡Bendito estrés cinéfilo!!!

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