Vivíamos muy bien en nuestra infancia y juventud (al menos en la mía), acostumbrados en el terreno de la animación a la magnífica calidad de las películas Disney. Disfrutábamos de la alta naturaleza de todos los clásicos de la marca del ratón (“Pinocho”; “Blancanieves”, “La dama y el vagabundo”,…) y de sus épocas de regeneración (“La sirenita”, “Aladín”, “El rey León”, “Pocahontas”,… hicieron también nuestras delicias). Todas derrochaban talento, sensibilidad, belleza, estética, entretenimiento y buen hacer. A la gran compañía por antonomasia, creada por el mítico Walt Disney, le empezaron a surgir competidores que, aunque quizá no igualaban en calidad a las cinta de dibujos de la casa de Walt, sí que daban “vidilla” y variedad al panorama del mundo del dibujo infantil. Me refiero a productoras del tipo “Dreamworks” (con sus pandas karatekas, sus dragones por entrenar, bichos de Madagascar o troles verdes en ciénagas), “Blue Sky” (con aventuras ambientadas, por ejemplo, en la edad de hielo), o “Laika” (con fabulosas películas de toque más adulto como “Los mundos de Coraline”). Eso por no hablar de otras cinematografías como la asiática (con joyas como “El viaje de Chihiro”) o la nuestra propia (donde intentamos hacernos hueco a nivel mundial con cintas de calidad nada desdeñable como “Las aventuras de Tadeo Jones”).
Pero entre todas ellas surgió una compañía que tenía un flexo, con movilidad y alma propia, como signo de la casa, de nombre “Pixar”, la cual llegó para quedarse y revolucionar totalmente el mundo de la animación (en este caso generada por ordenador) llenando de calidad y grandes obras esto de la animación infantil (“Disney”, muy lista ella, no tardaría en comprar la misma y convertirla en una de sus señas de identidad, una de las que más prestigio y dinero le proporciona, sin duda). Y con “Pixar” llegaron las maravillas y las obras maestras, muchas: desde “Monstruos S.A”, a “Up”; de “Up” a “Del revés”; de “Del revés” a “Coco”; y de ahí a “Ratatouille”, “Wall-E”, “Los increíbles” o la saga que nos ocupa en este post, “Toy Story”. Películas increíbles desde el punto de vista visual y del diseño (la animación roza el prodigio en la mayor parte de los casos) y, lo que es más importante, llenas de creatividad, ingenio, emoción, talento e inventiva, en lo que a las historias que cuenta se refiere. Experiencias cinéfilas mágicas, todas ellas, que ya forman parte de nuestra vida y, por supuesto, de la historia del cine con Mayúsculas. Alabado seas “Pixar” y alabadas sean tus obras. Esperemos que podamos seguir disfrutando muchos, pero que muchos, años de ellas.
“Toy Story 4” / “Toy story 4” (Dir: Josh Cooley):
Pues lo ha vuelto hacer. “Pixar” ha creado, una vez más, otra maravilla, otra cinta 10, sobresaliente, genial, de la animación:
- Maravilla por traer de nuevo a esos personajes tan adorables y que ya forman parte de nuestra vida. Esos adorables Woody y Buzz Lightyear, así como todo el séquito de juguetes amigos que los acompañan (Bo Peep, Dino, Jessie, Slinky Dog, …). Su “charme” o encanto sigue intacto y es un placer volverá reencontrarte con ellos.
- Maravilla por añadir personajes nuevos llenos de gracia e interés como esa manualidad tenedor, de nombre Forky, que duda si es juguete o basura, o esa muñeca Gabby Gabby, en busca de unas buenas cuerdas vocales y un dueño/a que se fije en ella, o ese delirante Duke Caboom, o motorista especialista canadiense lleno de inseguridad y duda que nos hará soltar algunas risas. Personajes que enriquecen aún más, si era posible, la variada y mágica “fauna juguetil” de la franquicia.
- Maravilla por ese reparto vocal (véanla si pueden en versión original) con increíbles talentos del doblaje como Tom Hanks (Woody), Tim Allen (Buzz), Annie Potts (Bo PEep), Joan Cusack (Jessie), etc… a los que se incorporan nuevos y no menos talentosos actores, como es el caso de Keanu Reeves, quien borda su carismático personaje (Duke Caboom).
- Maravilla por esa animación perfecta, prodigiosa, increíble, deslumbrante, alucinante, signo de la casa y que nos vuelve a sorprender en cada fotograma (esa escena de la lluvia, la de las lámparas, la feria, …). Todo desborda calidad por los cuatro costados. Todo emana perfección visual por todos lados. Cada pixel, cada imagen, cada encuadre, cada color, cada todo, está pensado y más que repensado, dando lugar a un resultado que, una vez más, nos deja con la boca abierta.
- Y, sobre todo, maravilla por esa entretenida, emocionante, creativa, divertida, entrañable (pongan todos los adjetivos que quieran) historia (la de la aventura que llevará a Woody a perderse en un viaje familiar, en un mundo real desbordante, al intentar seguir al nuevo juguete de su nueva dueña Bonnie, una manualidad hecha de un tenedor de plástico) que nos vuelve a sorprender (por su originalidad, otra de las señas de “Pixar”) y que nos mantiene pegados a la butaca soltando carcajadas, risas e incluso alguna lágrima, lo que nos vuelve a demostrar por qué los de “Pixar” son los reyes de todo esto.
Máxima calidad y un placer ver a los mejores siempre,me ha gustado pero ni de lejos como la tercera.
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A mi también me gustó más la primera, pero tengo que decir que en ningún momento, está cuarta entrada, se resiente de “cansancio” dentro de la franquicia. Muy recomendable “as well”. Un abrazo. Felipe.
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…digo la tercera ….
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Cómo me gusta que las televisiones, cuando está en cartelera una ‘nueva’, pongan la saga para irnos metiendo el gusanillo 🙂
Así da gusto… y yo aún sin haberla ido a ver! No tengo perdón de Díos…
Pero caerá!
Gracias por la aportación
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Ya sabes que al final el marketing importa y mucho. No te la pierdas!! Te encantará. Un abrazo.
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Por cierto, la historia de Pixar es muy curiosa, cómo hicieron los cortos, uno de ellos fue la base de Toy Story
Si no los habéis visto, deberíais, así sabríais por qué sale la lámpara al principio de las pelis 🙂
Además, creo que Steve Jobs tiene que ver con Pixar, el fundador de Apple interviene en la historia de Pixar,
o Pixar en la historia de Steve… curioso!
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Sí. Todo está unido. Y la historia se Pixar es igual de interesante que la de sus películas. Un abrazo. Felipe.
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