Resistir o morir.

            Veo una nueva película que entronca con las palabras de mi anterior blog. Que habla de la existencia como resistencia. No como un acto de goce y de disfrute del camino, sino de mera inercia, de mera supervivencia. Que se centra en todas esas personas que hoy en día, por la caprichosa injusticia de la vida, tienen que tirar para adelante sea como sea, aunque el azar de la misma no para de ponerles obstáculos y obstáculos, haciendo que su día a día sea una verdadera batalla, una auténtica pesadilla, una real tragedia. Una película que no sólo me gusta, sino que me hace recordar lo afortunado que soy, no viene mal tener conciencia de ello cada instante de nuestro privilegiado pase por estos lares, porque siempre se nos olvida, y que me hace recordar lo afortunado que soy por haber caído en esta cara del mundo.

            Cuenta la historia de un guineano que trata de subsistir en las calles de París, en lo que podría ser una especia de continuación natural de “Yo Capitán” de Matteo Garrone (si no la habéis visto no os la perdáis). Su historia me deja KO, estremecido, tocado. Aunque duele, me gusta mucho la película. Y, por ello, os la recomiendo. Vamos con ella.

“La historia de Souleymane” / “L´histoire de Souleymane” (Dir: Boris Lokjine).

             Muy dura, áspera, dolorosa, triste. Como la historia que cuenta. Así es “La historia de Souleyman”. Un drama casi documental que nos acerca a la realidad de todos esos inmigrantes que llegan a Europa en busca de una vida mejor, con la idea de un sueño imposible, cuando lo que realmente se encuentran es una auténtica pesadilla, una realidad hosca, oscura, trágica. La del desprecio de la población que les acoge; la de las mafias que dominan todo; la de la compleja y paradójica, casi surreal, burocracia; la de la casi imposible supervivencia… Resistir o morir. No queda otra.

Y nos lo cuenta a través de la figura de Souleymane, un africano que ha emigrado de Guinea Conakry para buscar una vida mejor en la soñada París, encontrándose una realidad que para nada se asemeja a lo que él imaginaba.

            Varios son los aciertos de esta potente cinta. Su historia, por supuesto, desgarradora. El estilo casi documental con la que es contada, siguiendo los pasos de nuestro protagonista en su extremo día a día, viendo su rutina diaria. Por lo inteligentemente que es contada la terrible situación de estos inmigrantes, de una manera veraz, directa, algo que te deja paralizado. Por su contundente y potente final, que cierra una tragedia demoledora. Y por su actor, auténtico y veraz hasta decir basta. Fantástico. Realmente brutal. Todos los premios que se ha llevado, que son muchos, merecidísimos son.

            Una película dura y triste, insisto, que debería de ver todo el mundo antes de frivolizar y sacar conclusiones rápidas y frívolas sobre esa pobre gente que sólo intenta una vida mejor, como hicimos antaño nosotros cuando nos tocó, y como haríamos nosotros ahora si estuviéramos en su situación.

            Vuelvo a casa en silencio, pensativo, marcado, … y deseando que todos los Souleymanes del mundo tengan una mejor suerte mejor, una mejor realidad, la que realmente merecen.

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