De Gladiator a Waldo. Héroes en busca de la libertad.

Veo dos películas tan antónimas como en el fondo conectadas. Una un péplum histórico de dimensiones épicas y grandilocuentes, amén de gran superproducción. Cine de naturaleza de “blockbuster” lleno de acción y aventura. El otro, un documental de carácter independiente, de esencia más intimista y austera, lleno de veracidad y emoción. Dos filmes que no se pueden parecer menos pero que guardan una clara conexión. Los dos los protagonizan personajes en plena lucha personal con el objetivo claro de la búsqueda de libertad. En el primer caso, la de un esclavo sometido por el autoritarismo de la Roma imperial, que quiere liberarse de cadenas y grilletes, para ser un ciudadano libre. En el segundo, el de la libertad personal que te permite poder expresar la verdadera esencia de uno en lo que se refiere a vivir plenamente la propia sexualidad. Dos héroes en busca de un destino fatídico o no, en plena lucha consigo mismo o con todos aquellos, así como las circunstancias, que les rodean. Dos épocas, dos hombres, dos historias, tan entretenidas como llenas de interés.

            Esto es lo que me parecen ambos filmes, mis queridos “hoymevoyalcinemanicos”.

“Gladiator II”.  (Dir: Ridley Scott).

Hacer una secuela de una película tan icónica como es “Gladiador” no es ninguna tontería. Al contrario, es un reto de lo más complejo y correoso del que salir airoso no es ninguna bicoca. Por eso que personalmente apruebe, y con nota, la notable continuación que ha hecho Ridley Scott para su insigne largometraje.

Si nos ponemos tiquismiquis, bien es verdad que podría decir que su guion tiene partes que rozan lo “culebronesco” y embarullado, otras que demuelen ciertos límites de las convenciones dramáticas queriendo hacer veraz lo imposible, creíble lo increíble, que hay personajes y situaciones sobreactuadas y que bordean los límites de lo ridículo, … Sí. Puede que todo eso sea cierto. Pero también os puedo asegurar que es cine grandioso, de dimensiones épicas, lleno de acción y de grandiosidad visual, entretenidísimo hasta decir basta (sus dos horas largas se pasan en un plis plas), lleno de sentido del espectáculo y con esencia de cine de carácter de evento. Cine del de toda la vida hecho para ser disfrutado en una gran pantalla. Con un actor principal que tiene carisma y con atractivo y talento interpretativo suficiente como para reemplazar al casi insustituible e icónico Russell Crowe. Intérprete muy bien acompañado, por otro lado,  por otros buenos actores de la talla de Pedro Pascal o el magnético y fantástico Denzel Washington, sobresaliente en su rol secundario y verdadero ladrón de escenas. Aspectos de lo más positivos que hacen que su visionado en sala merezca más que la pena.

Tiene sus cosas, porque las tiene, sus defectos, que también, pero en general me convence, sin llegar para nada al nivel de la anterior, ésta la historia de este esclavo en busca de libertad y venganza, cuyo origen, se lo pueden imaginar, entronca con el del protagonista de la primera parte de la saga. Cine de entretenimiento, “palomitero” a más no poder, pero que engancha y te hace disfrutar de más de horas de cine de carácter épico y de aventuras, lo cual no es ninguna tontería. Más que amortizada la entrada, créanme.

“Waldo”. (Dir: Charlie Arnáiz y Alberto Ortega).

Tuve la suerte de poder conocer al grupo Dadá hace unos años, por mi otra faceta laboral, la actoral, y puedo deciros que tanto sus fundadores, Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, como todos los que forman su equipo, no son sólo verdaderos profesionales del oficio y del arte del documental, sino maravillosas personas que te hacen sentir como estar en casa. Compartir con ellos cualquiera que sea el proceso creativo que sea, no es solo un placer sino todo un privilegio. Por ello que todos los productos que salen de su factoría sean ejemplos impecables del arte del cine de no ficción o documental.

Vuelven a acertar de pleno con este su último proyecto. Se llama “Waldo” y gira en torno a la figura del compositor y arreglista Waldo de los Ríos, sin duda una de las personas indispensables a la hora de hablar del panorama musical de los 60 y 70 en España, autor de las conocidísimas versiones del “Himno de la alegría” de Miguel Ríos o del “Por qué te vas” de Jeannette, entre muchas otras. Alguien quien murió en pleno momento de éxito (¿Suicidio o asesinato?) dejando muchas preguntas sin resolver en el tintero y convirtiéndose en una persona aún más fascinante, por todos los misterios que dejó sin resolver.

Son muchos los temas de los que trata este fantástico documental. Desde las consecuencias del éxito, a las relaciones maternofiliales tóxicas, a la dificultad de vivir la libertada sexual en épocas donde la opresión y la dictadura no te permite vivenciar libremente tu verdadero yo, a riesgo de ser tachado de desviado e incluso llegando a acabar en cárcel, …. Un documental que te engancha desde el minuto uno y no te suelta hasta el final, en gran medida por su jugosa temática, por contar con un montón de material de archivo donde el propio protagonista se graba asimismo siendo un auténtico narrador en primera persona, así como por ese dominio que sus directores tienen de su forma, convirtiendo la historia de este drama en casi un thriller, lleno de suspense y misterio, algo que llena al espectador de fascinación por todo lo que está viendo y oye.

En definitiva, un muy ameno documental, que planea por numerosos temas candentes y que refleja a las mil maravillas una época donde la palabra libertad, e muchos aspectos, tenía casi el mismo valor que en el imperio romano.

Nada más, mis queridos “hoymevoyalcinemaniacos”, sólo deciros que sean libres, ya que vivimos en un país y en una momento donde podemos hacerlo. No se corten, disfruten y, ante todo, sean muy pero que muy felices, que la cosa merece la pena. Eso, y vean mucho cine, eso siempre, que llena de disfrute el alma.