Aferrarse al pasado

Pocas cosas hay tan demoledoras como el Alzheimer. Esa tremenda enfermedad que poco a poco va devorando tus recuerdos y que casi sin darte cuenta acaba con tu propio ser. Sabemos de su efecto devastador los que de una manera u otra estamos en contacto con dicho mal por familiares cercanos. En mi caso, mis dos abuelas, dos mujeres fuertes y poderosas, de las que han sido capaces de sacar a sus familias adelante pese a la adversidad, hembras que han luchado con poderío y tesón, con fuerza y con garra, valientes, llenas de sabiduría, bravura, fuerza, dos poderosas féminas que han visto como su arrolladora presencia se ha visto devorada por el mal de la memoria. Poco a poco dejan de saber quiénes son, no se acuerdan de dónde vienen, a dónde van, qué hacen, qué se espera de ellas y mucho menos quiénes son esa gente que siempre pulula a su alrededor tratándoles de dar cariño y reconectarlas con su realidad. No piensan en su futuro. Olvidan su presente. Y tú, sin poder hacer nada, ves cómo se empiezan a olvidar de ti y, aunque te sienten cercano y saben que formas parte de su legado, no se atreven ni pueden cerciorar tu identidad. Por eso, a veces, cuando por sorpresa vuelven a pronunciar tu nombre, como me pasó hace poco en la celebración del cumpleaños de una de ellas, te llenas de emoción y lágrimas porque sabes que aún algo de ti queda presente en su cerebro o, por qué no, en su alma o su corazón. Al menos quieres pensar, te consuelas, pensando que así sea.

Curiosamente estas personas se aferran a su pasado, el cual, normalmente, es lo que más tardan en olvidar. Y se agarran a él con uñas y dientes antes de “despeñarse” en el más profundo de los olvidos para no recordar nada más para siempre.

De eso, de ese pasado al que se aferra uno o, a la inversa, que se aferra ti, curiosamente, hablan las dos películas que vi en mi última sesión doble.

 “Vivir dos veces” (Dir: María Ripoll):

De Alzheimer trata la última película de María Ripoll. Concretamente de un profesor de Matemáticas que ve como su hasta ahora portentosa cabeza se empieza a perder acabando con su esencia, su identidad y en definitiva su ser. Pero todavía le queda su pasado. Aún pervive en su cabeza el recuerdo de esa mujer a la que quiso de joven y a la que quiere volver a ver y decirle lo que sintió por ella, todo ello antes de que sus neuronas no le permitan reconocerse ni a él mismo. Y así comenzará un viaje en el que contará como compañeros de kilometraje a su hija, su yerno y su nieta, seres con los que, hasta comenzada esta su gran “odisea”, no tenía muy buena relación y se presentaban en su vida como auténticos extraños.

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       De eso habla esta comedia con tintes dramáticos o este drama con tintes de comedia. Una película irregular, imperfecta, para nada brillante ni de tremenda calidad, normal, tradicional en su enfoque, pero que cuenta con dos grandes bazas. Una, su sencillez y su ternura, con la que conectas casi desde el principio y que pondrá todos tus sentimientos a flor de piel (probablemente por el delicado tema que trata en su metraje). Y dos, con las grandes interpretaciones de Óscar Martínez (actor hispanoamericano mayúsculo) y, sobre todo, de una siempre impecable Inma Cuesta, divertida y sentida, la cual estará bien secundada por el resto de los actores durante todo el metraje.

Una película pequeña y bonita que, aunque hubiera mejorado con un guion más trabajado y una propuesta quizá menos convencional, te llega al corazón y, como era inevitable, te toca de lleno.

 

“It. Capítulo 2” / “It. Chapter 2” (Dir: Andy Muschietti):

Y si “Vivir dos veces” habla de personas que se aferran a su pasado, “It. Capítulo 2”, curiosamente y casi a modo de espejo, al contrario, lo hace del pasado que se aferra y persigue a las personas, de ese legado que te pertenece y del que es imposible, aunque uno quiera, poder escapar. Para ello recurrirá a una trama en la que han trascurrido 27 años desde la historia de aquella primera entrega y en la que los ahora crecidos personajes, antes niños, tendrán que regresar al pueblo donde “disfrutaron”, si se puede decir así, y sobrevivieron a su infancia y, sobre todo, a ese terrorífico payaso que hizo de la más tierna parte de su vida la peor de las pesadillas.

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       El resultado de la vuelta del inquietante y malévolo payaso del globo rojo o lo que es la continuación de la brillante e inquietante “It” es una notable secuela, entretenida y bien rodada, con todos los elementos que debe de tener el género (sustos, acción, sangre, pesadillas, …) aderezados por un muy bueno y fino sentido del humor y con unos actores que llenan de credibilidad la lógica continuación de los personajes de la primera parte. Un digno entretenimiento que, eso sí, personalmente, adolece del espíritu retro de cine ochentero del que estaba impregnado el primer capítulo, de ese aire de cine “Spilbergiano”, con esa pandilla al más puro estilo de “los goonies” que llenaba de encanto y de calidad cinéfila a la cinta previa. Me quedo con creces con la primera, pero, aun así, considero muy recomendables los 169 minutos, que pasan volando (lo cual es signo de la calidad de la cinta), de esta nueva entrega que, aunque no aporte nada nuevo, entretiene y asusta e inquieta a partes iguales. Recomendable para los amantes del género y para los que disfrutaron del primer “It”. Créanme, almas asustadizas. Palabra de “Clown” no violento.

4 comentarios sobre “Aferrarse al pasado

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