La primera vez que intenté ver “Wicked” fue en el mismísimo Broadway, en la gran manzana. Era el musical de moda ya hace la tira de años y, aunque las ganas eran enormes, y sabía que tardaría mucho tiempo en poder volver a Manhattan, se hizo imposible aquellos de comprar entradas. Nada de nada. La ilusión destruida.
Sigue leyendo «“Wicked” o el gran disfrute de un buen musical.»