Veo dos cintas que hablan de las heridas del pasado. Del dolor producido por conflictos bélicos y militares en dos momentos históricos diferentes. Las dos hablan del horror de la barbarie y los dos comparten un mismo foco, el sufrimiento de esas mujeres en situaciones tan demoledoras y llenas de sufrimiento, donde han tenido que sacar fuerzas de la nada y seguir adelante ante la ausencia o desaparición de sus compañeros de fatigas. Dos películas de gran calidad, tan diferentes como conectadas. Esto es lo que me parecen la brasileña “Aún estoy aquí” y la italiana “Vermiglio”.

“Aún estoy aquí”. / “Ainda estou aquí” (Dir: Walter Selles).
Sí hay una película ahora en boga en la cartelera es “Aún estoy aquí”, cinta brasileña que ha conseguido no sólo alcanzar nominación en la categoría de PELÍCULA EXTRANJERA, sino que ha conseguido colarse en las de MEJOR ACTRIZ Y PELÍCULA. LA dirige Walter Salles, autor de las maravillosas “Estación Central de Brasil” y de “Diarios de una motocicleta”, ambas súper recomendables y bellísimas. Ahora vuelve acertar con este drama político basado en las memorias del activista político Marcelo Rubens Paiva, cuando fue capturado por el régimen militar en plena dictadura de Brasil en el 1971. Más concretamente se centra en su mujer Eunice y de la lucha que ella llevó a cabo para intentar encontrar a su marido con vida, a la vez que sacaba a su, hasta aquel entonces feliz y unida, familia adelante.
Y Walter Salles acierta de nuevo porque toda la película respira verdad, lo cual hace imposible no dejarse atrapar por esta historia llena de rabia e injusticia, de tragedia y melancolía. Todo está muy bien contado, visualmente muy cuidado, qué mano tiene su director Walter Salles, y su actriz principal, Fernanda Torres, se calza una de esas interpretaciones de órdago, de las que te dejan sentado a la butaca y que bien podrían darle el Oscar, de sorpresa, en la próxima gala del domingo. Merecidísima su nominación. Para nada sería injusto que se llevara la estatuilla. Su mirada llena de angustia y desolación te deja paralizado, como también se paraliza toda tu alegría al asistir de una manera tan realista y veraz a tal cantidad de injusticias y atrocidades.
Muy triste y dura, también muy bella y emocionante, y, por todo ello, muy recomendable.

“Vermiglio” (Dir: Maura Delpero).
También muy dura, triste y muy bella, es “Vermiglio”, cinta italiana que representó a su país en la carrera de los Oscar, y que fue una de las sensaciones del último Festival de Venecia, donde se alzó con el Premio Especial del Jurado. Temía que pecara de la típica impostura festivalera. Me daba un tanto de pereza, lo reconozco. Pero no. Es una gran película que narra la vida de un pueblo italiano de montaña, el “Vermiglio” del título, y de cómo sobreviven sus habitantes en pleno conflicto de la segunda guerra mundial, centrándose, sobre todo, en la difícil situación de las mujeres, partiendo del conflicto que genera la llegada de un soldado furtivo cuando una de las habitantes se enamore de él.
Cine minimalista. De pocos aspavientos y florituras. Directo y seco. Conformado a base de una serie de estampas de la vida en la localidad y de su hogareños, que nos permiten deducir perfectamente el día a día de esa población en tiempos de guerra. Sutil e inteligente. Con el foco en múltiples e interesantes debates. Y llena de belleza. Su directora, Maura Delpero, tiene mano, y habrá que seguir su talento en sus proyectos futuros. También, muy recomendable.
Dos cintas que hablan de la importancia de la Memoria histórica. Para no olvidar y, sobre todo, para que no se reputan injusticias, algo prácticamente imposible en el mundo que nos está quedando… Lo haremos. No olvidaremos. Pero mientras tanto, volveremos a nuestras mundanales vidas y seguiremos siendo conscientes de lo felices y afortunados que somos, y, si no, sólo hace falta que vayan a ver estas dos sobresalientes y muy recomendables películas, que les pondrán los pies en el suelo.
