Voy a ver “La semilla de la higuera Sagrada”. Reconozco que me da una pereza mortal. Me echa para atrás el hecho de que sean 2 horas y 45 minutos en persa, de una cinematografía, la árabe (aunque la cinta esté nacionalizada en Alemania), que a veces se caracteriza por un tempo tirando a lo lento. El hecho de que nominen a la película a mejor película extranjera el pasado jueves (para que luego digan que no sirven de nada las nominaciones y los premios) me hacen salir de mi casa a verla. Pero temo lo peor, que sea el típico producto sobrevalorado por los enamorados del cine de autor más exótico, y que se me haga eterna. Error. Es Fantástica. Tremenda. Brutal. Un peliculón, vaya.
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