Después de una temporada de bastante trabajo y estrés, vislumbro una tarde libre de cine. No me apetece nada difícil, complejo, ni sesudo, … Nada que me obligue a pensar demasiado ni a sufrir otro tanto. Quiero dejarme llevar por la magia del cine, pero disfrutando de su lado más sencillo y llevadero, más comedido y ligero. Relajarme, vaya. Elijo, por este motivo, dos películas que, a priori, no me van a exigir demasiado mentalmente y de las que no espero muchísimo, sólo el enorme placer de hacerme pasar un buen rato de cine, que no es poco.
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