Adrenalina en vena

Hay películas que engañan por su temática. Que echan para atrás. Dan pereza. Es algo absolutamente subjetivo. Depende de cada cual ya que, en esta vida, hay gustos para todos. Ya sabes, lo que a mí me pirra el otro lo detesta y lo que a él le encanta yo lo aborrezco. El fascinante mundo del complejo ser humano.  Digo todo esto porque voy a ver una película de carrera de coches. A priori, la materia de la que trata no me puede apetecer menos. No entiendo ni me gustan nada los automóviles, salvo conducirlos (que me enloquece, todo hay que decirlo) y la estética de alguno (véase un mini o un buen descapotable), pero menos me gustan aún las carreras. Nunca me atrajeron ni entendí las competiciones de fórmula 1, fórmula 2, 3 o cualquiera que fuera el circuito. Por eso voy a ver “Le mans 66” con cautela, como el que entra en un habitáculo que le es novedoso y en el que se encuentra incómodo. Cual marido a punto de ser infiel o ateo en una misa. La única razón de mi escapada al cine para verla es la de hacerme caso de las buenas críticas que he leído de ella. Nada más. Así que, como en un acto de fe irracional, me entrego al metraje, en cuerpo y alma, de la cinta de bólidos. Acierto. El resultado: canela en rama o, mejor dicho, adrenalina en vena.

 “Le Mans 66” / “Ford versus Ferrari” (Dir: James Mangold):

Nada más ni nada menos que 151 minutos (vamos, más de 2 horas y media, en “cristiano”) dura “Le Mans 66”. Pues como si hubieran durado 10. Los cualesquiera que sean los millones de fotogramas que puedan formar parte de la película pasan ante mis ojos cual rayo veloz o, valga la metáfora, cual bólido de carreras. Construida sobre un interesantísimo guion, en torno a la creación de un coche que pudiera acabar con la hegemonía en el pódium del imbatible Ferrari por parte de la casa Ford en las 24 horas de “Le Mans” (amén de otros circuitos), brillante acción que tuvo como artífices a los especialistas en coches Carroll Shelby y Ken Miles,  la película se presenta como un entretenimiento absoluto, un acierto total desde el momento que es una muy disfrutable cinta de acción (y emoción) a la par que un brillante drama de personajes. Amena, divertida, emocionante, interesante, trepidante, gozosa y muchas cosas más es esta cinta que recomiendo a todo el mundo, la cual, además, tiene el aliciente de tener uno de los mejores duelos interpretativos masculinos del año (con permiso de los tándems Pitt-Di Caprio y De Niro- Pacino). Me refiero al formado por Christian Bale y Matt Damon. Ambos dotan de carisma y buen hacer a sus dos personajes y llenan de garra y fuerza a esos apasionados del motor y del neumático, sin los cuales, sus dos entrañables personajes no serían lo que acaban siendo en pantalla, desde el minuto uno a ese perfecto final, y de los que querrías seguir sabiendo una vez abandonada la sala. Muy, pero que muy, bien los dos.

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            En definitiva: mucha rueda, velocidad y asfalto acompañado de unas buenas dosis de inteligencia y sentido del humor, un poco de buen drama y dos potentes actuaciones que dan como resultado una tarde de cine de puro gran entretenimiento, pero de mayor calidad. Recomendable para todos los que aman los coches, pero mucho más aún para los que no. Les pasará lo que a mí. Saldrán del cine amando absolutamente esos locos cacharros y, por supuesto, esta gran película.

 

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