Pura magia (o no)

       Llamamos magia al conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales, o al menos, eso dice el diccionario. Con ella nos dejamos sorprender, hechizar, encantar, fascinar, … y cuando es así, nos quedamos con la boca abierta, maravillados por la ilusión a la que acabamos de asistir, siempre, eso sí, que no descubramos el truco (al final, siempre tiene), en cuyo caso se pierde un poco del misterio o la fascinación inicial. El desencanto de desenmascarar el encanto (o encantamiento), cual mágico refrán. Esta es una sensación que me ha acompañado con cada una de las entregas de la franquicia de “Harry Potter”. He disfrutado de lo grande de su estética, sus personajes, sus fascinantes localizaciones (me encanta entrar, por dar un ejemplo, en ese comedor de Hogwarts), sus maravillosas criaturas y monstruos, etc. … Son películas en las que me deleito con el trabajo que hay detrás de producción, maquillaje, vestuario, caracterización, efectos especiales, … Pero como si de un truco de magia se tratara, en “cuanto rasco un poco detrás”, y como si de descubrir el engaño se tratara, no acabo de engancharme del todo a ninguna de las tramas y aunque veo con agrado cada una de las entregas, nunca salgo del todo emocionado con la sensación de haber visionado una pasada de filme. Siempre entro en la sala del “cinema” entusiasmado y el nivel de “flipe” va bajando hasta que me lleva prácticamente a la absoluta normalidad. Una sensación que ha sido más positiva en alguno de los títulos (no soy capaz de recordar cuáles), pero que en general siempre me han llevado al sentimiento neutro o tibio.

       Algo similar me ha pasado en la nueva entrega basada en un texto de J.K. Rowling, de lo que más me emocionó fue ver la sala a reventar pudiendo disfrutar de la sensación de que la gente todavía no ha perdido el amor por abandonarse al placer de ir al cine. A llenar las salas se ha dicho, sean cuáles sean sus gustos.

Animales fantásticos: Los crímenes de Grindewald” / “Fantastic Beasts: The crimes of Grindelwald” (Dir: David Yates):

            Acudí a ver con mi “family” esta la segunda entrega de los animales fantásticos de “la Rowling” lleno de ilusión, como siempre. Y disfruté, de lo lindo, también como me pasa siempre con esta saga “harrypottiana”, con todos los estímulos referidos a lo externo que percibían mis ojos. Todo está perfectamente cuidado, como en todas las películas anteriores: los decorados, los trajes, los efectos especiales, los trucos, las localizaciones, … También me encanta saber de ese genial “magizoólogo” que es el protagonista de esta nueva franquicia, me refiero al tímido y extravagante recolector de las fantásticas bestias que dan título a estas películas. Me encanta el personaje y su actor (mucha gente lo encuentra sobreactuado en ésta y otras encarnaciones, pero yo lo encuentro ideal, siento que ha creado un auténtico personaje y lo ha hecho suyo). Me declaro absoluto fan de Newt Scamander, como ya fui fan del joven mago Harry. También disfruto de un Johnny Depp menos sobreactuado que de costumbre encarnando al mal y me encanta ver nuevas incorporaciones, como ese Albus Dumbledore, interpretado por el siempre elegante y encantador, es lo que tiene el “british charme”, Jude Law.

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         Pero en cuanto se va la magia y aparece el truco se acaba mi fascinación. Y con ello me refiero a la trama. Una vez más veo la historia con agrado, pero sin emocionarme. Escucho todo con devoción, pero cada una de las líneas del diálogo y cada una de las acciones que se van sucediendo en pantalla no me provocan el más mínimo nivel de excitación. Se deja ver, sí, se deja escuchar, desde luego, pero no más. Y en este caso con el agravante de que la trama es muy complicada, al menos para mi limitada mente, y yo me pierdo en ese casi culebrón de parentescos y búsqueda de hermanos y no hermanos, y qué se yo que más, que en muchos casos no sé ni de quien (demonios) están ni siquiera hablando. Y vuelve a ver cosas geniales: algunas de las criaturas, las estanterías giratorias del Ministerio de Magia parisino, la casa de nuestro querido Newt y su pequeño zoo de rarezas… pero gana de goleada el “cartón piedra” a la emoción y al final te quedas con la sensación de haber abierto un envoltorio muy bonito pero vacío de contenido y una pena, porque sí que podía haber sido una fantástica, como cada una de las fieras, película. Solo se me ocurre una manera de arreglarlo. Invocar al genio. “Oculus reparus”, que venga Harry y lo solucione ya. Solo su magia, por el bien de sus fans, puede arreglar este desaguisado. Palabra de “muggle”.

 

4 comentarios sobre “Pura magia (o no)

  1. Joer, no sabía que esta saga tenía relación con Harry Potter!
    Manda webs! Y eso que me gusta la saga original.
    Tendré que darle una oportunidad

    Aunque me pasa como a ti, el hype en las de Harry baja a lo largo del film…

    Y hoy me lo ha comentado mi compi Carmen, que ha estado por Madrid el finde,
    y me comenta que en el museo de Ciencias Naturales, aprovechando el tirón,
    y con el marketing a full, han puesto ‘animalitos’ que se parecen a los de la peli,
    pero la versión real!

    Alé, ya tienes algo que investigar y si eso recomendar en tu programa de radio próximo 😀

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