De independientes y «outsiders»

Esta semana he podido ver tres películas muy diferentes entre sí, que nada tenían que ver la una con la otra. Ninguna me ha encantado como para recomendárselas encarecidamente, pero he de reconocer que las tres, cada una en su estilo, tenían sus cosas. Vamos allá con ellas.

       “The rider”. (Dir: Chloé Zhao):

“The rider” venía de petarlo con la crítica norteamericana, donde en muchas listas ya la consideran como una de las mejores cintas independientes del año. La crítica española confirmaba su calidad diciendo que era una gran película. Y, la verdad, es que no puedo quitarle el mérito. No puedo negar cada una de las bondades que se le atribuyen a la película. Porque es cierto que es una bonita historia situada en la América profunda. Que está rodada con sentido de la belleza y mucho de lo que se ve en pantalla es realmente poético. Que esos planos de los caballos y de las llanuras al más puro estilo “Oeste” americano tienen una magnífica fotografía que parece sacada del mejor Lubezki en una peli del mejor Malick. Que hay poca música, sí, pero que bien metida está. Que su protagonista, que a su vez es el verdadero protagonista real en la que se basa esta historia (Brady Jandreau), está fantástico, como lo está cada uno de los actores no profesionales que aparecen en pantalla. Que la trama, sobre este jinete de rodeos, que ha sufrido una caída en uno de ellos y no puede volver, o al menos no le dejan los médicos, a montarse en un caballo, es muy interesante y está muy bien contada. Que es un perfecto reflejo de la América profunda y, sobre todo, de lo que significa tener una pasión y la frustración que conlleva el no poder volver a practicarla. Que todo respira verdad en esta especie de docudrama de halo poético. Que engancha, e incluso conmueve. En fin, objetivamente todo positivo, ¿No? Y me gustó, no lo niego, porque me gustó, pero no puedo explicar por qué, no la disfruté con la devoción de “obra maestra” que he leído en muchas reseñas. Quizá influyera el sueño con el que acudí a la sesión de cine (soy humano), o no y simplemente no me provocó todo el raudal de emociones que ya ha hecho en mucha gente. Quizá necesite de otro visionado. O no. Simplemente sentí lo que tenía que sentir. No sé. No acabo de posicionarme con la amalgama de sensaciones que tengo ante este film. Juzguen ustedes mismo, es lo único que les puedo decir, si van a verla. Y en ese caso, mándenme su opinión, para poder concluir si realmente me perdí o no algo de esta, no obstante, interesante, y de calidad, película.

“Los amores cobardes”. (Dir: Carmen Blanco):

Y de la intensidad contenida del filme norteamericano, a la sencillez casi naif de otra cina independiente, esta vez española. Se llama “Los amores cobardes” y la dirige la española Carmen Blanco. Y su planteamiento es muy sencillo y responde a la pregunta ¿Pueden dos amigos muy amigos de distinto sexos y con mucho “feeling” mantener una relación de estricta amistad sin pasar la barrera del amor o/y el sexo? Y de eso va nuestra historia, del reencuentro de una chica con su ciudad natal, a la que había tardado en volver, así como con su pandilla y, sobre todo, con ese amigo del alma que lo era todo para ella años atrás y que dejó de serlo por desconocidas, al menos para ella, circunstancias. Y entre medias 92 minutos de comedia romántica propia del cine puramente “indie” pero con aroma patrio. Intenciones, muy buenas, como buenas son algunos de sus elementos: algunas ideas de la historia, los actores, todos correctos en sus papeles, su sencillez y falta de pretensiones, … Pero también con sus errores: ciertos clichés propios del género, cierta tendencia hacia lo infantil, quizá la necesidad de una trama un poco más potente … Como una especie de cinta a lo Coixet (Isabel, me refiero) pero rodada en su adolescencia. El resultado, correcto, quizá, a medio hacer, como nuestros protagonistas, dubitativo, como el devenir de nuestros protas, ni adolescentes ni adultos, ni totalmente ingenuos ni resabiados… Quizá, la podría definir como una buena receta con falta de cocción. Buenos ingredientes, se puede comer, e incluso, está rica, pero con falta de cierto sabor e intensidad. Entretenida, mona, agradable, con buenas intenciones, … no más. Eso sí, valoro el esfuerzo de toda esa gente detrás de la película que ha puesto en marcha el proyecto. Gente novel llena de ganas e ilusión, como nuestros protagonistas, a los que solo puedo desearles, la mejor de las suertes.

“Johny English: De nuevo en acción” / “Johny English strikes again”. (Dir: David Kerr):

Y de “outsider” en “outsider”, porque Rowan Atkinson, con su humor, no deja de ser una extraña rareza que sigue entreteniendo con su humor más gestual y básico a millones de personas. Entre ellos, mis hijos, a los que les encanta Mr. Bean. Y de ahí, que a mí me pillaran viendo esta nueva comedia del humorista inglés. Amor de padre. ¿Y qué? Pues lo que tocaba. Chorrada máxima al servicio del peculiar humor del “freaky” británico, pero, he de reconocerlo, que me súper entretuvo y me hizo echar no una, ni dos, ni tres, sino varias, incluso, muchas carcajadas, lo cual, hoy en día, y tal y cómo está el mundo, no es ninguna bicoca. Así que a reírse se ha dicho, sobre todo, y si pueden, yendo al cine. ¡Hasta la semana que viene!!!!!