Dos peliculones para rematar el mes

Y llegó el final de abril, y con él el final de las lluvias, y la resaca “post-oscar”, y las primeras mangas cortas y sandalias, y las terrazas, y la primeras ensaladillas rusas y salmorejos, y las alergias, y el sol que tanto nos gusta y … dos peliculones. Sí, repito, dos peliculones. ¡Todos al cine!!!

 “Un lugar tranquilo” / “A quiet place” (Dir: John Krasinski):

Qué buen-mal rato he pasado en el cine viendo la nueva película del actor/director John Krasinski, también conocido por ser el marido de la muy de moda, y futura “Mary Poppins”, Emily Blunt (un cotilleo: son conocidos, por ser guapos, ricos y famosos además de un matrimonio bien avenido y exitoso de actores, como los nuevos “Brangelinos” en Hollywood). Y aclaro mis palabras. BUEN RATO porque la película me ha parecido fantástica, una gran cinta del género de terror creada sobre una muy sencilla pero fabulosa idea de partida. Y, MAL RATO porque mi nivel de adrenalina se ha disparado en cada uno de los 90 minutos que ha durado el metraje, ya que la acumulación de sustos y escenas de absoluta angustia me ha tenido encaramado a la butaca entregado al mejor terror que uno puede disfrutar en una gran pantalla (el de al lado alucinaba con lo que pasaba en los fotogramas, pero más aún con mis sobresaltos; en fin, lo que tiene meterse en la peli).

Como decía en el comienzo, no hay nada como una buena idea, aunque sea sencilla, para dar lugar a una gran obra. Y aquí no puede ser más simple. Una familia en una América “semiapocalíptica” (todo ha sido arrasado e intuimos que son pocos los que siguen con vida) trata de sobrevivir a unas criaturas-monstruos (de las que desconoceremos su origen; que más da, eso no es lo importante) que atacan a sus víctimas solo y cuando las descubren porque éstas hacen ruido. Y a partir de ahí lo único que queda es el SILENCIO, absoluto, o al menos es el único modo que tendrá nuestra familia protagonista para poder sobrevivir de sus nuevos “vecinos” de la zona. Dos padres y tres hijos (una de ellas sordas, lo cual dará lugar a algunos de los mejores momentos de la historia) y prácticamente un escenario (su casa y alrededores) son los únicos ingredientes, sin contar con los “visitantes”, con los que contará nuestro director para engancharnos, de una manera sobria pero rotunda, del minuto uno hasta ese fantástico plano final (no se puede ser más contundente con una sola imagen). Y en el medio, varias secuencias al límite (la del parto es memorable; yo casi me como, no las uñas, sino los dedos) en la que sentirás a flor de pie cada uno de los movimientos y decisiones, acertadas o no (no hay que olvidar que un simple estornudo puede sentenciar tu muerte), de nuestros queridos personajes. Una especie de “Stranger things” casi muda, apenas hay diálogos, pero no por ello aburrida. Al contrario. Entretenidísima. Brutal.

            Lo mejor, sin duda, el uso del sonido y el silencio, los cuales se convierten en los verdaderos protagonistas de la película (el juego de planos sonoros con la niña sorda es brillante y crea algunos de los mejores momentos). Sus dos protagonistas: grande Emily Blunt (acaso alguien lo dudaba; perfecta como siempre) pero no menos grande su partenaire-marido (perfecto como patriarca). Y lo bien reflejado que está (yo que soy padre doy fe) esa visceralidad, más allá del raciocinio, con el que los padres defenderán con uñas y dientes a sus retoños. Y es que cuando tocan a nuestros pequeños nos convertimos en “leones dispuestos a defender a muerte a nuestra camada”, aunque sea a golpe de fuerza o como diría Belén Esteban: “yo, por mi hija, mato…”. Doy fe. Yo también lo haría. No se la pierdan (sobre todo los amantes del cine de terror-fantástico).

“Isla de perros” / “Isle of dogs” (Dir:Wes Anderson):

Y si la película de Krasinski me parece una joya del cine de miedo, no digo nada de la nueva película del creador de “El gran hotel Budapest”, la cual no puedo clasificar de otra manera que, de auténtica genialidad de la animación actual, al menos para un servidor. Aclaro, antes de nada, que soy fan absoluto de su director: Wes Anderson. Desde que lo descubrí con su hilarante visión de una familia disfuncional, “Los Tenembaum”, no he parado de disfrutar de cada una de sus nuevas obras (“Moonrise Kingdom”, “Life Aquatic”, “El fantástico Mr. Fox, “Viaje a Darjeling”, …). Es más, he esperado con ansia el estreno de cada una de ellas y todas, unas más y otras menos, pero todas, las he disfrutado con devoción. Los detractores de su cine dicen que todo lo que presenta este “estandarte” del cine independiente americano está vacío y hueco y que todo es puro esteticismo y lleno de “modernez”. Una especie de huevo Kinder con poca chicha en su interior. Solo continente, no contenido. Yo discrepo, y no de lo del esteticismo, con lo que estoy absolutamente de acuerdo, pero de una manera positiva ya que cada una de sus películas es de una belleza enorme por su cuidado sentido de la estética, por su original banda sonora, por sus detalles pensados al mínimo (desde el último objeto de atrezo hasta los calcetines de cada personaje) pero personalmente, y ahí llega mi discrepancia, ese continente está lleno de contenido, con eso guiones llenos de entrañables personajes “freekies”, de situaciones esperpénticas y de un humor absurdo del que disfrutas enormemente una vez que entras en el surrealismo de sus propuestas. A mí me encantan. Y lo he vuelto a sentir con ésta su “Isla de Perros”

            Grabada de manera magistral utilizando la técnica del stop motion, en ella se nos cuenta la historia de los perros del país nipón, los cuales serán expulsados a golpe de decreto a una isla que, hasta la fecha, servía de vertedero de basura (las mascotas pasan de héroes a villanos; de delicias a escoria). Allí los canes intentarán sobrevivir y adaptarse a su nueva situación de “desheredados”, hasta que un niño japonés conseguirá llegar en su avioneta a por el que era su perro guardián y mejor amigo hasta la fecha. El niño oriental será ayudado por el resto de la “jauría”, pasando por varias situaciones de aventura, a buscar y encontrar, o no, a su adorado Spot y de recuperar, o no, su lugar en el mundo de los humanos. Todo esto con perros que hablan en perfecto inglés (genial su versión original; han sido doblados por algunos de los habituales del director estadounidense: Scarlet Johansson, Bill Murray, Tilda Swinton, Bryan Cranston…) frente al japonés de los humanos (que no es doblado; creando un juego de idiomas tan importante como el del sonido-silencio del filme anteriormente comentado). Una maravilla. Entretenida, divertida, estéticamente impecable (qué bien refleja la cultura del país asiático), con una música además de original (a base de percusión; inspirada en la tradición del teatro Kabuki) súper efectiva y brillante, del gran y muy en boga Alexandre Desplat… y muchas cosas de las que poder reflexionar: su absoluta defensa, bravo, del animal; la necesidad de la democracia, bravo, frente a la dictadura; la rebelión como modo de defensa, bravo, ante la injusticia… En fin, una isla llena de perros, de buen humor, absurdo, pero grande, ternura y sabiduría. Cine independiente de animación (a priori para adultos, pero que yo creo pueden disfrutar también los más pequeños) de calidad suprema. Añadir solo una cosa: ¡Guau!!!